Y después de enfrentarnos –y ganarles– a la versión B de nuestro eterno rival, hoy nos toca jugar con el CF Fuenlabrada. Ya se terminó el mes de enero y con él el carrusel de partidos contra los equipos que van arriba en la tabla y contra los que casi rozamos la perfección si no fuera por el fiasco de León. Sea como fuere, el balance de estos cuatro encuentros creo que ha sido bastante positivo, ya no sólo en resultados, sino también en juego. Y ya se sabe que cuando se juega bien normalmente se gana. No siempre, pero normalmente sí.
Y ahora nos vienen unos equipos de la parte media-baja de la tabla y sobre el papel más facilitos. Pero ya sabemos que aquí no puede fiarse uno de nadie. Y menos este año, que ya hemos visto como Teruel, Sestao y Rayo Majadahonda, que van de últimos, se llevaron los tres un punto de Riazor y acabaron con su portería a cero. Y el Tarazona y el Fuenlabrada nos remontaron en el descuento y también están en la zona baja de la clasificación. O sea, que confianzas las justas, que luego vienen los disgustos y todas esas victorias ante los equipos de arriba no habrán servido para nada.
Y el primero que viene es el Fuenlabrada. Me ha gustado mucho que en toda esta semana no se haya vuelto a hablar del famoso partido de hace ya tres años y medio (como pasa el tiempo, por cierto…). Los entrenadores de ambos equipos se han dedicado a hablar de fútbol y nada más. Y me parece lo más lógico. Después de lo sucedido en 2020, parecía que el Fuenlabrada iba a ser nuestro nuevo eterno rival y enemigo acérrimo. Incluso el que esto escribe estuvo bastante tiempo llamándoles el ‘Fuenlabrote’. De aquellas plantillas ya no queda ningún futbolista. Este verano se marchó Ibán Salvador que, recuerden, se puso a hacer el payaso para celebrar el golazo que nos metió la temporada pasada y que era el último que quedaba de aquella plantilla. Queda el orondo presidente Praena, que hasta puede que se encuentre esta tarde con Álex Bergantiños en el palco, aunque no creo que suceda nada extraño. Y no sé si seguirá también el director deportivo, el tal Miguel Melgar, pero eso importa poco. Al final, el Fuenlabrada de eterno rival o enemigo acérrimo ya le queda bien poco o nada. Con un poco de suerte en unos años estaremos en categorías diferentes y lo sucedido en 2020 no será más que un mal recuerdo. De momento, esta tarde nos preocuparemos de ganarles y nada más. Más o menos lo mismo que hicimos la temporada pasada en un encuentro que llegó a su término con un marcador de cuatro goles a dos.
Otro equipo, como el Fuenlabrada, que un buen día se convirtió en enemigo acérrimo y lo mismo nos pasó con el Zaragoza en los tiempos en los que lo presidía Agapito Iglesias con sus milagrosas y sospechosas salvaciones del descenso. Lo mismo que nos sucedió con el Valencia en 1994 por el motivo que todos sabemos. Lo mismo que nos pasó con el Sporting de Gijón cuando aquellos ‘pactos de Llanes’ con el Racing de Santander.
En fin, pedazos de la historia que no hacen que ninguno de estos equipos pase a ser nuestro eterno rival por algún hecho puntual. Que nos llevemos mejor o peor ya es otra cosa, pero eterno rival sólo tenemos uno, y ese es el Fortuna A. Porque el del otro día solamente era su filial. Y ese no cuenta.