Al visitar recientemente la clínica del Dr. Arriaza, he podido admirar la estupenda colección de fotografías que adorna su sala de espera. Se trata de una treintena de imágenes con escenas de varios deportes como el atletismo, el judo, el motociclismo y especialmente el fútbol, de gran belleza artística. Esa contemplación me hizo reflexionar sobre la importancia de la fotografía en la difusión de los acontecimientos deportivos, junto a las reseñas escritas.
Si siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras, esto se hace patente en cualquier deporte, gracias a los redactores gráficos y a los cámaras de televisión. Siempre llevaremos en la memoria imágenes de Paquito F. Ochoa, de Ángel Nieto o de Induráin, gracias a la televisión, pero también a los fotógrafos deportivos.
Mis recuerdos de estos profesionales comienzan con la familia ‘reporter’ Mosquera -padre e hijo- auténticos notarios del fútbol modesto coruñés. Después también hago memoria de los veteranos Tonecho y Quián (padre), para llegar a los que han tenido la suerte de trabajar y viajar en la época en que el Deportivo jugaba la Champions. Los José Castro, Kopa, Xurxo Lobato -un polifacético que dedicó tiempo al deporte-, Manuel Queimadelos -hoy afincado en Valencia y con portadas a todo color en el Diario ‘Marca’, o César Quián, que según va aumentando en ‘humanidad’ va alcanzando lo máximo en profesionalidad. También Víctor Echave o Carlos Pardellas y algún otro que siento no recordar.
Mención aparte para los de esta ‘casa’, como los veteranos Manuel Gago, Andy Pérez o Pedro Puig, del que tengo delante una fotografía a portada doble en este Diario, en la que aparece Diego Tristán con el torso desnudo y con la camiseta de Van Nistelrooy en la mano, después de vencer en Old Trafford al Manchester United y al fondo el marcador con el 2 a 3 favorable a los blanquiazules. De este mismo profesional son muchas las instantáneas de Fran, Donato o Bebeto en jornadas que han quedado en la retina de todos los aficionados.
Han sido menos las mujeres que se han especializado en la fotografía deportiva en nuestra ciudad, y solo puedo recordar a Marta Trapote, que ya estaba en Riazor el día del ascenso y el famoso incendio de la Grada de Preferencia. En la actualidad vemos ya varias fotógrafas en los eventos deportivos y como ejemplo citaré a la reportera Patricia G. Fraga que empieza a asomar en los pies de foto de este Diario.
Pero a estos trabajos más brillantes debemos añadir la cantidad de reportajes realizados en los otros deportes menos profesionales, unas veces en confortables pabellones, como el clásico ‘Miguelito’ de judo, o las actuaciones del Leyma y Liceo en el Palacio, pero otras en condiciones climatológicas más adversas, como en los campos de rugby o en los campos de regatas de vela. A todos ellos nuestra admiración por su entrega y profesionalismo, que hace posible que los aficionados retengamos en nuestra memoria los acontecimientos deportivos que más nos agradan.