En plena euforia madridista por la conquista de la Champions, surgen algunos apuntes de hacia dónde circula la élite del fútbol europeo. La vieja aristocracia acude atónita a la llegada de clubes multimillonarios y dopados financieramente, en algunos casos dependientes de estados árabes en busca de redención internacional, en otros a fondos de inversión foráneos, oligarcas rusos o magnates de distintos pelaje e inciertas pretensiones.
Sirva a modo de ejemplo que de los doce clubes promotores en su día la fallida Superliga, sólo dos pertenecen íntegramente a sus socios: Real Madrid y Barcelona. El resto, en el mejor de los casos, a empresarios con intereses en el mundo del deporte. Estos nuevos ricos de fútbol parecen destinados a reventar el ya de por sí difícil equilibrio entre ingresos y gastos (el fair play financiero que dice la UEFA) que debería de regular la competición.
En este contexto cobra más mérito el éxito madridista en esta edición de la Champions rodeado de equipos con muchísimos más recursos que el club blanco. Conviene explicar este largo proceso de transformación que le permite competir con la nueva generación de clubes millonarios.
En las elecciones de 2000 el Club tenía una deuda de 43.000 millones de pesetas y al Santiago Bernabéu se le caían las paredes. En este contexto los socios eligen como presidente a Florentino Pérez, personaje poderoso que levanta pocas simpatías fuera de la Casa Blanca e incluso dentro.
Bajo su gestión se modernizó la gestión del Club y se proyectó su imagen de marca, un trabajo que generó millonarios ingresos a las arcas madridistas. Su primer paso fue vender la antigua y destartalada Ciudad Deportiva de plaza de Castilla -una operación muy cuestionada, todo hay que decirlo- y acometer la construcción en Valdebebas del mayor centro deportivo propiedad de un club.
En el aspecto deportivo revalorizó la plantilla. Primero con el llamado Madrid de los galácticos, posteriormente tratando de buscar un equilibrio entre jugadores de la cantera junto a jugadores que le dieran el salto necesario para ganar títulos. La apuesta actual trata de buscar jugadores jóvenes y con talento para crecer en las filas blancas.
Desde que llegó Florentino al Club ha conseguido, entre otros títulos, seis Copas de Europa. Pero quizás la obra que marcará los próximos cincuenta años del Real Madrid sea el nuevo Santiago Bernabéu, el más moderno campo de fútbol del mundo y un espacio que trasciende de lo meramente deportivo para convertirse en un centro donde celebrar todo tipo de eventos multitudinarios en el centro de la ciudad.
Quizás Floper no sea el más simpático, posiblemente sea un tiburón en el negocio de la obra pública, seguro que no es el más forofo de la grada, pero es innegable que está haciendo un trabajo impecable en un club que -esto es muy importante- pertenece a todos y cada uno de sus socios. Y eso en los tiempos que corren es un motivo de orgullo de pertenencia.