Ya de lleno en este caluroso verano y sin un triste Mundial que llevarnos a la boca, saltan las noticias, bulos, rumores y chivatazos ‘de muy buena fuente’ sobre fichajes futboleros. El estío tiene esas cosas que son capaces de calmar (o aumentar) la ansiedad del forofo. Y digo rumores porque afirmaría que el noventa por ciento de las informaciones que se publican sobre traspasos son comentarios interesados o deseos irrefrenables.
En primer lugar, los movimientos que conocemos en la plantilla del Depor sorprenden más por lo que sale que por lo que entra. Se van Juergen Elitim y William de Camargo, dos de los jugadores que han tenido mejor rendimiento en la pasada campaña. También anda la afición un poco escamada con el futuro de Quiles, otro de los baluartes del equipo que todavía tiene contrato en vigor pero que interesa a clubes que militarán en la Segunda División.
Poco entusiasman, por otra parte, las nuevas incorporaciones. La llegada de Olabe para reforzar el mediocentro y de Gorka Santamaría, que aportará goles al ataque, son las novedades más destacadas del cuadro blanquiazul hasta la fecha. No parece, por ahora, que el nuevo plantel mejore la calidad que había el pasado año.
Pero donde se cuece el pan es en las grandes ligas europeas con transacciones millonarias y muchas veces rocambolescas. En este punto los llamados equipos Estado –o simplemente millonarios–, juegan con otras reglas y desestabilizan el mercado. Sirva como ejemplo que las dos joyas más deseadas del fútbol actual, Halland y M’bappé, resolvieron su futuro firmando por el M’City y PSG, respectivamente, tras protagonizar, sobre todo el francés, un sinfín de desencuentros y malos entendidos.
En la otra orilla está el Barcelona, que pasó de tener problemas para llegar a fin de mes a agitar la billetera para hacerse, entre otros, con Lewandowski, el delantero más realizador de Europa, y alguna otra apuesta que el tiempo dirá si fue o no acertada. Nada como activar las palancas (algún día Laporta tendrá que explicar ese término tan enigmático como eficaz) porque a nadie se le escapa que la presión salarial sigue orbitando en Camp Barça donde apenas se producen salidas de profesionales con sueldos insoportables.
Y otra de las curiosas perlas del verano es el posible destino de Cristiano Ronaldo. Descontento con el M’United porque no se ha clasificado para jugar la Champions, con 37 años busca equipo para proteger su récord de goles en la máxima competición europea. En fin, que el delantero luso rastrea otro Real Club de Fútbol CR7 para ratificar su hegemonía. Llegará el día –supongo que tras su retirada y después de una profunda reflexión–, en el que Cristiano caiga en la cuenta de que el fútbol es un deporte de equipo.