OPINIÓN | Ya estamos...
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La gran diferencia que existe entre el momento actual y el que vivíamos por estas fechas hace varios lustros, en lo que al fútbol se refiere es que ahora tenemos la impresión de que no hemos acabado una temporada y ya estamos en la siguiente.


La Liga española, en alguna categoría, acabó el 15 de junio. Para estar en competición europea hay equipos de algunos países, por coeficiente, que ya están jugando fases clasificatorias. Lejos de un Mundial de selecciones cada cuatro años ahora hay también un campeonato universal de clubes. Por eso digo que no parece que esto pare ni un minuto. Cuando vuelvan las competiciones oficiales en apenas algo más de un mes no vamos a tener el “ansia viva” (Mota dixit) de antaño.


Aunque cada uno piensa en lo que más le interesa, nosotros lógicamente apuntamos al Deportivo. Y reparo en la información que emana de la entidad blanquiazul, en estos días, con dos intereses diferenciados.


Por un lado el tema de la ocultación de lo que hacen los jugadores en  Abegondo y por otra la situación de una plantilla numerosa, que no es novedad. Lo de las lonas siempre me sonó a lo que decían aquellos que no simpatizan con los vecinos del sur. “Lonaídos” se hacía referencia, obras aparte, al hecho de que muchos asientos de aquel estadio se tapaban con lonas porque quedaba feo que se vieran vacíos. Entiendo que ahora, que todo se sabe o se intenta saber, una jornada previa a un partido el entrenador quiera reservar lo más posible lo que está preparando, tácticamente hablando, para un fin de semana. Pero no entiendo mucho que se ande con secretismo en la primera semana de entrenamiento. Y mucho más ridícula es la situación cuando todos alaban a esa gran afición que siempre está ahí y que ahora no van a poder ver ni “la carrera continua”.


Cierto es que hace años se intentó proteger la intimidad del trabajo del “grupo” pero, como todo, se preparó un follón de padre y muy señor mío. Lo que sucede en esta época es distinto. Antes protestábamos y criticábamos por todo y a todos y pedíamos de forma beligerante dimisiones y ahora hay #pazsocial.


Mejor. No es justo, pero mejor.


Sobre el otro tema, del que siempre me acuerdo a estas alturas del año, me trae a la memoria al gran Irureta. Comenzaba la pretemporada en 1998 cuando él se hizo cargo del primer equipo del club. Ya antes el brasileño Silva se encontró en el vestuario de la campaña anterior a 35 futbolistas. Y al de Irún le pasó un poco lo mismo. Una plantilla amplísima le esperaba en el campo de A Magdalena en Vilalba para ponerse a trabajar. Pocas semanas después comenzamos la temporada de radio y volvían las tertulias. Todas ellas con buena gente relacionada con el Deportivo. No tenían por qué tener una voz espectacular o unos conocimientos eruditos. Lo único que pretendíamos y lo hicimos durante muchos años, era que el grupo sintiera amor incondicional por el club blanquiazul. Y así sucedía.


En uno de los comentarios que se hicieron en esas primeras semanas de la temporada uno de los participantes apostilló que todo lo referente al equipo pintaba bien pero que sería importante y positivo “contar con la cantera”. En aquellos años, un poco después estaban en el segundo equipo jugadores como Xisco o Pita (que tuvieron una trayectoria futbolística aceptable), Dani Cancela, Vidal, etc...


Irureta escuchó aquel programa y pocos días después me lo encontré por el Paseo Marítimo y me llamó la atención. Me dijo algo parecido a que pusiera un poco de orden entre los míos y no permitiera interpretaciones tan banales de que hay que contar con la cantera cuando tenía más de treinta futbolistas profesionales. Estaba deseando que le aligeraran el número de efectivos. Más o menos como todos. Se trata de una las cuestiones más peliagudas que debe asumir un club. Porque en ese momento no hablamos de futbolistas si no de personas. Y prescindir de alguien siempre es un mal trago. Sobre todo para el que se tiene que ir.


Lo hemos comentado varias veces. Coger un maletín con 1.100 millones de pesetas (algo más de 6,5 millones de euros) e ir a fichar a un buen jugador brasileño, tiene su dificultad. Poca. Prescindir de un jugador que no te sirve en absoluto y con el que firmaste un contrato, es más complicado.

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