E l 29 de septiembre del año pasado íbamos todos al pabellón felices por tener, tras una eternidad, a un equipo coruñés en la máxima categoría de baloncesto nacional. Y salimos más felices todavía. Le ganamos al campeón, equipo más laureado de España y de Europa. Perdíamos por 3 puntos (82-85) y Barrueta logró un 3+1 cuando al cronómetro le faltaban apenas unos segundos para que el partido concluyera. Anotó el tiro libre y el Leyma ganó 86-85.
Ese día fui al partido provisto de gafas, acreditación, boli y… un cuaderno que me ha acompañado a todos los partidos que vinieron en la temporada.
Y que es el protagonista de lo que voy a contar a continuación, no sin recordar que aquel resultado (y sobre todo cómo se produjo) contra el Real Madrid de los Tavares, Campazzo, Llull, Musa o Hezonja, no hizo más que separarnos los pies del suelo y creernos lo que en realidad, no éramos.
Aparte de las estadísticas, en ese cuaderno iba anotando distintas consideraciones que ya forman parte de la historia de la temporada. Vino el Juventut y está escrito que el baloncesto es para deportistas “altos” porque la canasta está separada del suelo más de 3 metros. El equipo de Badalona, sin alardes, tiene dos tipos que miden 2,17 y 2,19 metros. Tomic y Pustovyi. Le añades un base como Dotson y un “enchufador” como Dekker y ya tienes un equipo apañado que ha acabado la liga regular en sexta posición. Por cierto, y leo de nuevo “el Joventut toma una cierta ventaja gracias a los árbitros”. Posiblemente merecerán un comentario exclusivo posterior. Porque no es que sean malos, que no lo son en absoluto, pero con el Leyma se han portado francamente mal. Ante la duda siempre han favorecido al teóricamente ‘superior’ y nosotros no lo éramos.
Contra Valencia (ya sin Lima, lesionado, y en ese encuentro sin Jakovics ni Scrubb) en el cuaderno se refleja: “Ellos tienen una plantilla de 16 y entran todos en la rotación, nosotros ocho y tres juniors”.
Llegó el UCAM Murcia. El comentario en la calle era “con estos podemos” olvidando que el equipo murciano había sido finalista en la anterior Liga. Leo “debuta Heurtel y triple en la primera bola que toca”. La cosa prometía. Destaco también la buena contribución de un Diagné que para mí, ha jugado menos de lo que debiera. A seis minutos del final estamos igualados. En ese tiempo nos desinflamos y perdemos.
Comparece en el Coliseum el Gran Canaria. Con Lakovic en el banquillo, un tipo con el que tuve tiempo de charlar en una convención que se celebró en el Casino coruñés y que me pareció que el baloncesto lo entendía desde el pragmatismo. Anoto: “En el minuto cinco Lakovic ya hizo cuatro cambios en el cinco inicial”. También “aparece Albicy, Brussino lo juega todo y el tanto por ciento de acierto de ellos, es brutal”. Finalmente en el último cuarto: “Bola para empatar y en nada estamos 13 abajo. Epi tarda mucho en parar el partido”. Perdemos. Hemos ganado siete partidos y perdido 27. Es decir por cada victoria hemos perdido cuatro.
Llega el duelo de rivalidad. En ACB queda el Breogán. Se va abajo el Obradoiro y se incorpora para este tipo de duelos el Leyma. Tengo anotado: “Nos han metido 33 puntos en un cuarto”, y algo común en toda la temporada: “Muchos fallos en canastas teóricamente fáciles que los demás no fallan”. “Ellos defienden más”. Y, por fin: “Apretamos, nos acercamos pero vuelve a ocurrir lo mismo, 98-106, una vez más nos meten más de 100” ante más de 9.200 espectadores, la mejor entrada de la campaña.
Llega al Coliseum el Girona. Uno de los que cambió de entrenador cuando las cosas iban mal. Yo no tenía ninguna duda de que los catalanes se quedarían en ACB. Ficharon a Moncho Fernández. Y como un slogan de aquel alcalde sadense, en baloncesto “Moncho es mucho”. Partido bastante parejo. Fernández hizo números buenísimos pero en ese partido simplemente no estábamos. Destaco en el cuaderno la buena actuación de Thompkins y de Diagné.
Tras ganar a Granada y Barcelona nos enfrentamos en A Coruña al Andorra. Ya estamos descendidos. Anoto: “Un equipo no demasiado alto. Comienza el Leyma ganando 8-2 con todos los puntos de Burjanadze”. Me fijo en la valoración del primer cuarto: Leyma 16, Andorra 36. Nos ganaban 18-26. Más tarde de los nuestros redacto: “Han anotado todos menos Núñez y Verge me parece un buen jugador, un buen director de juego. Volvemos a perder y nos pasan de 100”
Y por fin el último encuentro en el Coliseum y en ACB, esperemos que de momento. El rival, el Baskonia de Pablo Laso, quien antes del comienzo va a la parte de atrás del banquillo del Básquet Coruña y le da un tremendo abrazo a Trey Thompkins a quien teóricamente despidió del Real Madrid. Posiblemente es que no es todo como nos lo cuentan.
Otra vez vuelvo a escribir: “Demasiados fallos. Barrueta cero puntos al descanso”. “Entramos en una fase (faltaban seis minutos) en los que llegamos a estar a seis puntos en el marcador y el entrenador no saca a jugar ni al cubano (especialista en el tiro exterior) ni a Verge que lo había hecho bien. Jakovics está fundido”.
Y hasta aquí la historia de una temporada según anotaciones en un cuaderno.
Bueno no es así. Falta una frase que he escrito en el cuaderno cada día de partido como aquel niño que comete una falta de ortografía y el maestro le hace repetir la palabra corregida hasta cien veces. Los espectadores. La afición del Básquet Coruña ha sido fantástica. La experiencia bien lo merecía. Han cantado de todo: desde “Epi quédate” a “Atou Diagné, Atou Diagné”. Particularmente he echado de menos un grito concreto. El más famoso en la NBA, aquel que la afición canta a su equipo cuando es el rival el que tiene la pelota: “Defense, Defense, Defense…”
Como no cuesta nada y con el debido respeto, que ahí sigo teniendo muchos amigos, si al entrenador se le debe gratitud eterna espero que se la demos. Y si lo que le debemos es un millón de euros (es un decir), que se los paguen. Pero hay que preguntarse muy claramente si el ciclo de Epi en Coruña, ahora mismo, acabó.
Y visto lo visto, en cuanto a jugadores, si es verdad el sueño ese de que a Thompkins le gustaría quedarse (eso, un sueño), que le acompañen Silins, Diagné, Verge, Lundqvist y “santos doctores tiene la Santa Madre Iglesia” para completar la lista.
Siempre con el deseo firme de que el equipo pueda volver a la ACB cuanto antes.