Desde que la mujer ha irrumpido merecidamente en toda clase de deportes, han pasado algunos años hasta su aparición en el boxeo. Este deporte, tan antiguo como la humanidad, se ha definido casi siempre como un deporte de hombres.
La reciente noticia de un combate celebrado en el Polideportivo del Barrio de las Flores de A Coruña entre las profesionales Ana Acevedo y la italiana Greta del Fabbro, me ha dado pié para recordar los buenos momentos de este deporte en nuestra ciudad.
Nos remontaremos a los años cincuenta del siglo pasado, en los que ya existía la Federación Gallega (Zona Norte) de Boxeo, que celebraba combates de profesionales en la Plaza de Toros, en los que se enfrentaban el coruñés Taibo I con el catalán Calvo, y el ferrolano Joaquín Alejos con el italiano Ringozzi, al que había vencido por K.o. en el segundo asalto, o el catalán Lorente con el vallisoletano Velasco.
También se celebraban veladas de aficionados, principalmente en las instalaciones del C. C. y D. Santa Lucía de la calle Monforte, que presidía Julio López. En aquellos años se subían al ring los púgiles coruñeses Piñeiro y Pardo II, en peso mosca, el ferrolano “Chocolate” en los gallos, Kid Dinamita en los pluma, Carqueixas en peso ligero o Valiño en los medios. En categoría profesional estaba Francisco Beltrán, cubano afincado en A Coruña desde niño, y uno de nuestros primeros púgiles en conquistar títulos nacionales.
Por esas mismas fechas, Educación y Descanso organizaba en la plaza de María Pita unos campeonatos gallegos, en una jornada en la que, según la crónica de la época, habían acudido tres mil espectadores. Otros recintos en los que se celebraban veladas de boxeo han sido la pista del Liceo de Monelos, el Salón Doré y un desconocido, para mi, Salón Trianón, también en Monelos. Como dato curioso diremos que en 1961 el club de fútbol modesto Sin Querer, también tenía equipo de boxeo aficionado, con la participación de José Luis Vázquez, Enrique Pan o Manuel Aldao, entrenados por Carlos Amaya.
Junto a un prometedor José Luis Vidal, solían pelear los Ferrín, Ponte, Segura, o Pallares, al que denominaban el King-Kong coruñés, así como un joven José González Dopico y años después vinieron los Casal, Pombo, Grandío o Ferreiro. Antes de una pelea de Moncho Casal con Rafael Gayo, en la plaza de Toros coruñesa, en el año 1961, el presidente de la Federación Española don Vicente Gil opinaba así de Casal: “Es un chico con gran moral, pero se le nota falta de fondo. A mi juicio no hace la vida de sacrificios que debe llevar un boxeador, para lo cual se necesitan una afición y una resignación que él no tiene. Ojalá estas lineas le sirvan de consejo”. Poco más podemos añadir nosotros de este sacrificado deporte.
En la década de los 70 ya se organizaban veladas en el nuevo Palacio de los Deportes, concretamente en agosto de 1970 se celebró una muy interesante velada en la que participaron los “plumas” Manolo Calvo y Abel Almazar, González Dopico se enfrentaba al norteamericano Johnny Whitte, y Baldomero Barral a Segú, corriendo el combate de fondo a cargo del campeón de España Manuel Velázquez y el de Uruguay Heber Jiménez. Después seguirían muchas más veladas y nuevos boxeadores como el que fuera campeón de España de los “pesados” Pantera Rodríguez.
También debemos destacar la labor de los directivos, empezando por José González Dopeso, presidente en los años cincuenta, Modesto López, y su hijo Pastor, los doctores Enrique Hervada y Enrique Antelo, y últimamente los hermanos Planas, entre otros.