De todos es sabido que el fútbol mueve montañas de dinero. Ello facilita que algunos clubes cuenten con otras secciones deportivas y así poder ampliar la oferta a sus socios y simpatizantes.
Se ha conocido que el equipo de baloncesto del Real Madrid, el último campeón de la ACB, ha cerrado la pasada temporada con números rojos al perder una cantidad próxima a los treinta y un millones de euros. Si se suma esta cifra al balance de las tres campañas anteriores el dato se dispara a los ciento dos millones. Del finalista, el Barça, no se tiene información pero algunas fuentes afirman que el despilfarro es aún mayor al rondar los cuarenta y cinco millones.
Uno puede comprender que competir exige un elevado desembolso y más si se quiere contar con una plantilla de garantías que permita aspirar a lo máximo cada temporada. Sin embargo este desenfreno económico parece un poco obsceno y más en los tiempos postpandemia que vivimos con un IPC desbocado en dos dígitos.
Pero ya se sabe, bendito sea el fútbol que todo lo puede y aguanta, hasta que también reviente.