Ataques de entrenador
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Ataques de entrenador


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Además del trabajo diario con sus jugadores, una de las funciones principales del entrenador de un club es la toma de decisiones a la hora de encarar un partido. El técnico conoce perfectamente el rendimiento y estado de forma de sus pupilos porque los ve entrenar todos los días. Conoce las características de su juego, las condiciones que tienen para desempeñar distintas funciones en el campo para ejecutar su propuesta futbolística. Y resulta que cuando tiene que elaborar un plan de juego y seleccionar a los once que lo van a ejecutar, el técnico se encuentra sumido en un silencio angustioso que no puede compartir. Máximo cuando se trata de sustituir a algún jugador clave en el juego colectivo.

Más o menos es lo que le sucedió a Carlo Ancelotti el pasado domingo ante el Barsa. La baja de Benzemá -posiblemente uno de los tres delanteros más en forma de Europa- provocó una serie de decisiones a la hora de confeccionar el equipo titular que desdibujaron al equipo madridista.

Si la lógica ordinaria impone que un delantero lesionado debe de ser reemplazado por otro de similares características o, por lo menos que juegue en la misma posición, el italiano apostó por darle un giro brusco al guion alineando a Modric en la punta para buscar la presión alta y dificultar la salida de balón de los blaugranas. Desubicar a un lúcido jugador con 36 años a sus espaldas para realizar una tarea de brega resultó un desastre.

A todas luces fue un experimento fallido que reconocía el propio Ancelotti al terminar el partido. Un gesto noble y honesto que no desluce su trayectoria en los banquillos. Hacerlo contra el Barcelona acentuó todavía más su error.

No es la primera vez en estos partidos que se han bautizado pomposamente como ‘el clásico’, en los que los entrenadores hacen apuestas tan personales como incomprensibles para el resto de aficionados.

En 2015, con Ancelotti sentado en el banquillo merengue, decidió cubrir la baja de Modric en el Nou Camp subiendo a Ramos al mediocentro con pésimo resultado. En la otra orilla, en 1989, también fue muy sonado la alineación ante el Madrid de un recién llegado Romerito al que Cruyff situó de nueve dejando en el banquillo a Lineker. El brasileño había cautivado a Johan por su calidad y movilidad en el área. El invento funcionó tan mal que el delantero jugaría sólo seis partidos más con el Barsa antes de irse.

Más afortunado estuvo el entrenador holandés dos años después al colocar a un joven Guardiola sobre Butragueño en el Bernabéu. En aquel partido Pep secó literalmente al delantero de la Quinta del Buitre.

Pero si hay un momento afortunado en la historia de estos duelos fue en 2009 con Guardiola en el banquillo. En otro ataque de entrenador desplazó a Eto’o a la banda y dejó en punta a un todavía jovencísimo Leo Messi. El argentino marcó dos goles en aquel partido que finalizó dos a seis para los culés.

Aunque a veces cueste entender este tipo de decisiones, esto nos indica que los entrenadores están en el banquillo para tomar decisiones, erróneas o acertadas, pero que entran dentro de su responsabilidad (y su sueldo).



@pgarcia_ramos

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