Los árbitros, en la diana
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Los árbitros, en la diana


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Por unas cosas o por otras, en unos tiempos o en otros, los árbitros no dejan de ser destacados protagonistas del mundo del fútbol. Casi nunca por lo que les gustaría a ellos y casi siempre por el follón que se arma a su alrededor, y a veces –aunque no lo reconozcan– debido a algunas de sus incomprensibles decisiones. Y  esto es lo que está pasando ahora en España (ignoro si estas polémicas ocurren en otros países), donde vuelven a estar en la diana de todos, como ha ocurrido en todas las épocas.
 

El control de los árbitros es un objetivo codiciado por todos los estamentos del fútbol. En España, actualmente pertenecen a la Federación, pero la LFP de Tebas quiere meter baza y propiciar una asociación independiente, ajena al máximo organismo del fútbol nacional. Se ignora el grado de independencia que podría tener un grupo así y si el remedio no sería peor que la enfermedad, al 

empezar a depender económicamente de extraños factores externos.  
 

Los árbitros han amenazado veladamente con una posible huelga. Es paradójico que en esta época en la que pintan menos que nunca en las decisiones de los partidos sea cuando más se sienten perseguidos, hasta denunciar un ambiente ‘irrespirable’para pitar.
 

Quizá si este colectivo tratara de abrirse un poco al mundo que lo rodea y dejase de mirarse el ombligo avanzaría en una dirección que aplaudirían casi todos. Hablamos de nombramientos, de claridad en las puntuaciones de ascensos y descensos, de favoritismos dentro de su propia organización… Quizá, si unificasen criterios en el campo, si tuvieran menos soberbia en sus actuaciones, quizá, entonces, alguien podría salir a defenderlos en situaciones como ésta.
 

El VAR nació para evitar el mayor número de injusticias en el fútbol. Según Medina Cantalejo, el acierto está cercano al cien por ciento. Pero justamente ocurre lo contrario y sus actuaciones están ausentes de coordinación, interna y externa, amén de trufadas de decisiones que un día son blanco y al siguiente, negro. Y vamos a dejar de lado la sensación de que la nueva tecnología ha servido principalmente como agencia de colocación (muy bien pagada) para aquellos que abandonan el arbitraje. 
 

Sí tienen razón en que el ‘caso Enríquez Negreira’ los ha dejado a los pies de los caballos ante la opinión pública. Y, sin embargo, nadie del organismo arbitral ha dicho una palabra sobre el asunto. La filosofía de la casa sigue siendo el silencio.

Los árbitros, en la diana

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