Los árbitros, a los que tanto queremos y a los que tratamos como se merecen desde esta columna, también afrontan una temporada un tanto distinta. Ahora no tienen más que facilidades porque cada vez arbitran menos los colegiados presentes en el terreno de juego y cada vez dirigen más el cotarro aquellos a los que no se les ve la cara y que controlan la situación desde un pupitre. Decimos esto porque este año futbolístico arranca con la novedad del “fuera de juego sensible”, otra ayuda para discernir casi matemáticamente los fueras de juego.
A este acierto hay que añadir el de las convocatorias que el Comité Técnico ha realizado con entrenadores y periodistas. Parece que la imagen corporativa se cuida ahora un poco más y las peticiones antiguas de distintos sectores del fútbol son por fin atendidas. Estas reuniones tenían como objetivo aclarar a técnicos e informadores por dónde iban a ir los criterios de los jueces este año. Lo más llamativo para todos ha sido el énfasis que Medina Cantalejo (y su equipo) puso en los denominados “penaltitos”, haciendo hincapié en que habían perfeccionado sus decisiones en ese sentido. Pero, al primer tapón, zurrapa, porque Del Cerro Grande (uno de los mejores, según nuestra opinión) pitó un penalti inaudito, que sería de risa si no fuera de pena. Pero confiemos en que las instrucciones se cumplan a partir de la segunda jornada.
Las novedades y sorpresas de esta temporada son las incorporaciones y designaciones del canario Pulido Santana y de otro miembro de la familia Iglesias Villanueva, dos ascendidos gracias a esas puntuaciones que tan sólo conocen los propios árbitros. Desciende Cordero Vega y se retira Jaime Latre, que ve mejor futuro en el VAR.
Lo cierto es que la labor arbitral se ha tornado bastante más sencilla gracias a la tecnología, en parte porque la ayuda a su labor es notable y también porque el público ha dejado de tener como objetivo al
juez y acepta de buen grado casi cualquier decisión que venga del aparato de moda.
Finalmente, y seguro que es mucho pedir, sería interesante que se levantara la “recomendación” del Comité Técnico y se permitiera a los árbitros que realizasen libremente declaraciones a los medios de comunicación, tanto al finalizar los partidos –como ocurría hace treinta o cuarenta años- como en cualquier otro momento, con el fin de obtener también su opinión en las posibles polémicas. No pasaría nada.