Cuando echa la vista atrás y repasa su carrera, Rubén Rivera (A Coruña, 1985) muestra en cada una de sus palabras que valora lo conseguido, pero que siempre quería jugar un poco más y que hasta el último día en el Paiosaco peleó por estar sobre el césped los máximos minutos posibles. Una mentalidad que le sirvió para marcar con el Dépor, terminar como segundo máximo goleador del grupo 1 de Segunda B con el Montañeros o jugar en la Bundesliga austriaca, y que le acompañará en su nuevo reto, entrenar a un equipo sénior.
¿Qué sintió cuando acabó su último partido en Carral?
Sinceramente, tristeza, porque fueron muchos años dedicándome a esto. Durante todo el año, al tener pocos minutos, te vas haciendo a la idea de que es el momento de dejarlo, pero como todo en la vida, cuando llega el momento hay tristeza.
¿Desde cuándo tenía tomada la decisión y por qué?
Cuando vi que no tenía minutos. Creo que si siguiera entrenando en pretemporada, podría seguir jugando. Lógicamente en un campo que me beneficiara y en un contexto de dominio en el que todavía podría meter goles en el área. Pero eso, lo decidí porque no me gustaban determinadas decisiones. Soy de los que piensan que para jugar el domingo te lo tienes que ganar el martes, el jueves y el viernes; y yo falté a muy pocas sesiones durante el año. Yo creo que sé un poco de fútbol y de cuáles eran los campos apropiados para mí y considero que hubo ocasiones en las que tenía que haber jugado. No lo hice o solo cinco minutos. De todas formas no protesté, ni discutí, me cambié el primero y me traté de aislar. Pero para mí no cuadra que haya un once definido y el martes ya sepas quién va a jugar. El respeto empieza por pelear por el puesto durante la semana. Si no, ¿cuál es la finalidad del entrenamiento?
¿Pensó en dejarlo antes?
¿Sabes qué ocurre? Decidí continuar porque quiero darle un ejemplo a mi hijo de que lo que se empieza, se acaba.
“Esta temporada le quise mostrar a mi hijo que lo que se empieza, se acaba”
¿Qué ha hecho relacionado con el fútbol en este periodo que lleva retirado?
Estoy buscando equipo para poder entrenar. Hubo algunas llamadas, pero se tienen que dar unas circunstancias. A mí me gusta entrenar y ya tengo experiencia en categorías inferiores: fútbol 8, cadetes y juveniles, sobre todo con el Montañeros. A partir de ahora, me gustaría entrenar a un sénior.
¿Tranquiliza saber que, pese a no jugar más, siempre está ahí la opción de entrenar?
No... A un futbolista lo que le gusta es jugar, pero cuando el cuerpo da unas señales, lo más cercano es el banquillo, entrenar. Y me gusta, la verdad. En lo que no me veo es un despacho, para eso estoy en la inmobiliaria (risas).
¿Con qué se queda del Dépor: debut en Primera o gol en la Copa del Rey?
Con las dos cosas. Meter un gol en Riazor delante de tu familia y amigos... te pone la piel de gallina. Además, era importante, porque era el 2-1 en la ida de una eliminatoria de cuartos de final contra el Valladolid. Pero es que debutar en Liga, en Riazor, como titular... no tiene palabras, para mí es difícil describirlo.
¿Qué le enseñó su paso por Austria, donde jugó en la máxima categoría con el Wolfsberger y el Admira Wacker?
Cultura, que el fútbol no acaba aquí. Era la época gloriosa de España, del ‘tiquitaca’ y yo de ‘tiquitaca’ no soy (risas). Yo soy de trabajar y estar en el sitio en el área y me gustó la cultura del esfuerzo que hay allí. Quizá no son tan buenos técnicamente, pero cuando regateas a uno, te vuelve otra vez. Tuve la suerte de competir contra ese Salzburgo que veía de jugar contra el Athletic de Bielsa en Europa League y que tenía en plantilla a Sadio Mané.
¿Cuál fue su mayor logro en el tiempo que estuve allí?
Tuve la suerte de quedar como máximo goleador de la Copa. Por delante de Jonathan Soriano, que hizo una gran carrera allí tras jugar en el Barça B. Estuve muy contento allí, en Liga hubo momentos de más participación y goles y otros de menos, pero en Copa siempre aproveché mis minutos y es algo que recuerdas.
¿En qué notó más cambio a nivel social?
En los horarios. Allí la gente empieza todo a las 6.30 - 7.00, y sobre las 18.30 - 19.00 están cenando. Eso es complicado, la verdad, yo llevaba horario de España (risas). Y luego no fue fácil aprender alemán, pero al final conseguí defenderme.
Mantuvo buenos números en Segunda B, tuvo ese paso por la Bundesliga austriaca... Con ese currículum, ¿qué cree que le faltó para que le dieran la oportunidad en el fútbol profesional español?
Un representante. Yo creo que cualquier jugador que haga ahora 12 o 13 goles en Primera RFEF tiene su opción en Segunda, y yo hice 19 en un grupo en el que estaban equipos como Real Madrid Castilla, Tenerife, Alavés, Ponferradina, Cultural Leonesa...
Y con el Montañeros.
Sí, pero teníamos un equipazo, ¡eh! Además, los jugadores se adaptaban muy bien a lo que yo era en ese momento como jugador, ya que tiraba el desmarque continuamente y lo peleaba todo. Empaté a goles con un jugador como Joselu, por lo que, ¿qué me faltó? Un representante. El fútbol son contactos y creo que, de haberlos tenido, ese año (2012) podría haber firmado por un equipo potente de Segunda.
"Empaté a goles con un jugador como Joselu, por lo que, ¿qué me faltó? Un representante"
Sin embargo, ahí es cuando se va a Austria. ¿Cómo se le presentó esa opción?
Surgió de casualidad, con un canario cuando fuimos a jugar allí, pero aquí en España tendría que haber tenido un representante.
No jugó en Segunda, pero sí ascendió a la categoría de plata con el Leganés.
Ahí sí que fue un fallo mío. Tenía el fútbol para quedarme, pero no se dio. No disfruté de muchos minutos, pero al menos tienes en el currículum que has ascendido. Creo que en esa época tenía las condiciones para ello, sobre todo físicas, pero no se dio. Estuve a punto de fichar por el Lugo cuando estaba Quique Setién, de hecho entrené una semana con ellos al volver de Austria, pero a última hora no se dio y fue cuando acabé la temporada en el Leganés.
Su club más querido es el Monta. ¿Hasta dónde cree que puede llegar en esta nueva buena época que vive?
A dónde está ahora. Lo está haciendo muy bien en la base y en el primer equipo, pero hay que ser muy cautos. La Tercera RFEF, donde no hay que hacer viajes muy largos, es la categoría del Montañeros. Para estar más arriba se necesitan ayudas del Concello, patrocinadores, un campo donde jugar siempre y en el que cobrar entrada, etc.
“Para estar más arriba, el Montañeros necesita ayudas, patrocinadores, un campo...”
¿Qué debe hacer distinto al anterior Montañeros?
Fijarse en la base. Para la gente que es de la zona, el no tener que desplazarte es calidad de vida. El hecho de acabar a las 19.00 u 20.00 de trabajar en A Coruña y tener que coger un coche o un autobús durante 40 minutos es un marrón. Aquí puedes estar en Visma o algún otro campo de la ciudad en cinco minutos, lo cual es una ventaja y eso el Monta lo puede ofrecer.
¿Qué ha sido el fútbol para Rubén Rivera? ¿Cómo lo resumiría en pocas palabras?
Todo, todo. Empecé a los siete años en la cantera del Monta y desde ahí estuve toda la vida entrenando y compitiendo. Y además, tuve la suerte de no tener nunca una lesión importante que hiciera tener que dejar de entrenar o jugar. Siempre eran cosas puntuales, como un brazo o una muñeca, que me rompí dos veces, pero por lo demás nada. Una carrera perfecta.