A veces la realidad supera a la ficción. En las películas de superhéroes, Spiderman, el hombre araña, escala por las paredes de los edificios, a veces ayudado por sus telas de araña, con las que también se desplaza de tejado en tejado, otras solo con su poder arácnido. En la vida real también tienen una cuerda, pero solo para garantizar su seguridad, los escaladores de velocidad, una disciplina que se ha hecho popular desde su paso por los Juegos Olímpicos. Hay cierto magnetismo en cómo correr los cien metros en vertical, salto a salto de presa en presa. Y mucho más rápido, incluso en menos de cinco segundos. Parece que alguien desde arriba está tirando de ellos. Pero lo hacen solo con su impulso, técnica y habilidad. Entre ellos la coruñesa Nora Maestu, que tiene 16 años y ya es una de las grandes especialistas a nivel nacional. De su generación, de hecho, la mejor, con los títulos de campeona de España de los últimos años. Y ahora da un salto más con su debut internacional. Ya compitió en dos pruebas de la Copa de Europa. Y este domingo hará historia en Helsinki (Finlandia) como la primera gallega en un Mundial de velocidad (categoría sub-17).
“El objetivo es dar lo mejor de mí e intentar pasar a finales, aunque es difícil. Yo creo que puedo quedar en una posición bastante buena si intento disfrutar y pasármelo bien”, dice. Confiesa que está “un poco nerviosa”. “Como en todas las competiciones, siempre tienes esos nervios, pero una vez allí se te pasan”, aclara. Así que cuando a las 11.00 horas (repetirá a las 13.30 horas) le toque afrontar la cita con la pared, que es igual en todas las partes del mundo, con el mismo recorrido e idéntica inclinación, estará completamente preparada. “A veces escucho un poco de música o simplemente miro la vía, repaso mis movimientos concentrándome y ya está”, explica. Al resto ayuda el buen ambiente en la selección española, con la que ya tiene experiencia. Primero porque este año ya ha sido segunda en Zakopane (Polonia) y decimoquinta en Mezzolombardo (Italia). Segundo porque su madre, Josefina Maestu, ha sido preparadora del equipo. Y tercero, porque comparte equipo, el Club Montaña Coruña, con uno de sus puntales como es Erik Noya, subcampeón del mundo en 2021, que además de haber sido siempre un referente le tutela de cerca.
Con estos referentes no extraña que siempre haya destacado, sobre todo en velocidad, una de las tres modalidades competitivas de la escalada junto a bloque y dificultad. “Hago las tres, pero siempre me gustó más la velocidad. Y poco a poco lo fui teniendo más claro. Me encanta la sensación de subir rápido y cómo es ir mejorando cada subida, teniendo mejores tiempos”, dice. “Todo ocurre súper rápido y a la gente le parece increíble que los chicos suban en cuatro segundos y algo (4.64 es el récord del mundo del estadounidense Samuel Watson) y las chicas en seis (6.06 de la polaca Aleksandra Miroslaw). Es increíble como suben de rápido y mi objetivo es intentar correr tan rápido como ellos, pero para eso hay que seguir entrenando y que pase el tiempo”, analiza.
Para ello entrena cinco días a la semana, aunque el curso que empieza se le vaya a complicar un poco el calendario porque empieza Primero de Bachiller, continuará con sus estudios de música en el Conservatorio, en el que toca la trompa, y cada vez tendrá que meterle más horas a la escalada. “Me planteé dejar la música, pero es que también me encanta tocar y creo que organizándose bien hay tiempo para todo”, explica. Le va bien en todo, con buenas notas también. “Es un poco duro”, reconoce. Pero tiene claro que su pasión es la escalada.
Así que hace lo necesario para cumplir con sus cinco sesiones en las que además de escalar hace “ejercicios de fuerza relacionados con la potencia y movilidad”. Solo para escalar una vez necesita una hora de calentamiento previo. “Y este año he empezado con un poco de gimnasio, que ya tengo la edad para ello y hago sobre todo fuerza y potencia, intentando hacerlo rápido para que simulen los movimientos que hago en la vía”, indica. “Para la escala de velocidad es muy importante estar bien en muchos aspectos físicos. Es como un equilibrio entre fuerza, potencia y movilidad”, explica, sin un físico ni una edad determinados: “Los hay más bajos, más altos, más musculados, más finos… y también los que triunfan a los 16 y los que suben rápido con más de 40”.
Agradece que en A Coruña haya un rocódromo que incluya una pared de velocidad porque hasta que se inauguró el nuevo que está situado en el Frontón de Riazor, en el año 2022, tenía que irse a entrenar a Lugo. La siguiente ya estaba en Burgos. “Solo podía ir un día a la semana, aunque también era más pequeña y no necesitaba entrenar tanto. Pero este que ya he empezado más en serio, no tener que marcharme fuera de Coruña es un alivio, además de que este para mí es el mejor rocódromo que hay en Galicia”, apunta y también le da las gracias a Fausto Blanco, de la Federación Gallega de Montañismo, porque al lado de la vía completa, ha hecho otras dos pequeñas al lado que reproducen los tramos intermedios y el final del recorrido para que se pueda entrenar por separado cada segmento del recorrido (si quiere hacer solo el final, no tiene que desgastarse escalando cada vez primero los dos anteriores).
La pregunta del millón queda para el final. ¿Se ve en unos Juegos Olímpicos? “Mi objetivo por ahora es intentar quedar bien en los internacionales que tengo este año e intentar mantenerme de cara a los próximos años. Y claro, si hay unos futurísimos Juegos Olímpicos ya sería increíble, pero hay mucho camino que recorrer y en nuestra velocidad hay muy pocas plazas para ir también”, responde. Alberto Ginés abrió el camino en Tokio, además con un histórico oro. Leslie Romero lo hizo en París entre las mujeres. Los Ángeles 2028 puede que quede demasiado pronto. Pero por ganas no va a ser. El futurísimo es suyo.