Recientemente, Óliver Laxe, cineasta nacido en París pero de padres gallegos, recibió uno de los galardones que otorga el prestigioso Festival de Cannes, el Premio del Jurado, por su cuarto largometraje, ‘Sirat’. Los otros tres, ‘Todos vós sodes capitáns’ (2010), ‘Mimosas’ (2016) y ‘O que arde’ (2019), también fueron distinguidos en el certamen de la ciudad de la Costa Azul.
Pero solo una década antes del debut como director, Laxe, de 43 años, exhibía en nuestra ciudad otro tipo muy distinto de talento. Lo confirma Javier Codesido, uno de sus entrenadores en la cantera del Básquet Coruña: “Rayco Pérez, Pablo Juane (sobrino de Miguel Juane) y Oli (en aquel momento aparecía en los documentos como Lage) eran los que podrían haber llegado al primer equipo”, del equipo junior del año 2000.
El técnico asegura que el ahora cineasta, de 2,00 metros de estatura, tenía “un físico privilegiado. En junior de primer año, cuando yo cojo al equipo, jugamos contra el Culleredo, y su entrenador, Víctor Lapeña, me dijo: ‘¿De dónde has sacado a este tío?’ Porque su superioridad era terrible”.
Aquel equipo no produjo ningún jugador para la plantilla que gobernaba Juan Díaz. Un junior que, en opinión de Codesido, contaba con potencial para hacer algo importante. “Teníamos equipo para ser, de largo, campeones de Galicia. Pero fuimos víctimas de una cacicada; la enésima”, puntualiza el ahora director de escuelas y técnico de un equipo de minibasket del Santo Domingo Betanzos.
Dentro de ese potencial colectivo había varios individuales, entre ellos el de Laxe. “Era un jugador durísimo; en los entrenamientos daba hostias como pianos. En aquel momento y contexto, era un tío que se movía rapidísimo, que tenía unos muelles tremendos... Es cierto que después de junior se quedó pequeño para jugar de pívot, porque tenía un rango de tiro algo corto, la media distancia esta que ha desaparecido ahora; y de tres no le apuntaba a un piano. Pero, claro, estamos hablando del baloncesto del año 2000, aunque con dos metros y esa capacidad física era un tío muy difícil de defender”.
Codesido establece un paralelismo con Tyson Pérez (Unicaja). “Yo tuve a Tyson y en ningún momento me planteé que pudiera jugar de ‘5’ si quería dedicarse a esto, y eso que es un pelín más alto que Oli, pero el suyo era otro baloncesto, un baloncesto que cambió mucho. Era un tío de selección gallega y seguido por las principales canteras, pero coincide con Fran Vázquez, que ya es otro tipo de jugador, más moderno. La década de los 2000 fue la del cambio de modelo del jugador grande, a todos los niveles. El pívot tipo Fernando Martín ya no tiene cabida. En ninguna competición. Los pívots pequeñitos y peleones se van quedando sin hueco porque los físicos se disparan”.
¿Cree que Óliver podría haberse adaptado al cambio? “Trabajando de una determinada manera, sí. Pasándose los veranos mejorando el tiro y el manejo de balón, sí podría”, concede el coach coruñés.
Codesido retrocede al Campeonato Gallego junior de 2000. “La Federación Gallega decidió que metería en la competición al Siglo XXI de Lugo [uno de los centros de formación que la FEB puso en marcha en la década de 1980]. Tenía a Fran Vázquez [pívot que jugó 17 temporadas en la ACB, 41 partidos con la selección española y fue elegido en el puesto 11 del draft 2005 de la NBA], a Saúl Blanco [12 campañas en la ACB] y a alguno más”, recuerda. “En A Coruña nos ganaron de 17 puntos. En Lugo, llegamos a ir 30 abajo, nos pusimos a solo cuatro y acabamos perdiendo por 11. Y después, el Siglo XXI renunció al Campeonato de España”, destaca con resquemor.
Laxe llegó a A Coruña, desde la capital de Francia, en 1988, y tras completar los estudios secundarios en el instituto de Monelos, se marchó a Barcelona para formarse en Comunicación Audiovisual en la universidad Pompeu Fabra.
Un cambio de dirección al que, según el técnico, no apuntaba en aquellos tiempos. “Entonces no le gustaba el cine. Tenía un compañero y buen amigo, Fernando [Vázquez, jugador del mencionado equipo junior], que estudió Bellas Artes, era experto en imagen y sonido y le gustaba mucho el cine. Años más tarde me lo encontré y me dijo: ‘Al que le gustaba imagen y sonido soy yo y estoy haciendo reportajes de comuniones y bodas, y este, al que no le gustaba nada, es una estrella de Hollywood’”, cuenta entre risas Javier Codesido.
Tampoco se vio venir la mutación de carácter. “Era un tipo muy simpático, muy alegre, siempre estaba cantando y bailando en la ducha”, relata su excompañero Pablo Juane. “Nadie pensaba que fuera a ser director de cine, aunque sí era una persona imaginativa, tenía un punto diferente”. Nada que ver con el personaje esquivo que es ahora.
“¿Si era un fanático del basket? Oli estaba muy a gusto dentro del grupo, pero no era un enamorado del basket y cuando salía de allí no hablaba de basket”, indica Codesido. “Le gustaba estar con los colegas y no faltaba ni un solo día a entrenar ni a jugar, pero no era un tipo de los piensan en baloncesto 24x7. Trabajando como se trabaja ahora, podría haber llegado, ya veríamos a qué nivel. Pero acabó la etapa junior, desapareció y no miró atrás”. Podría ser el final de una película conceptual. Firmada por el propio Óliver Laxe.
La dura pero cariñosa crítica cinematográfica de Javier Codesido y Pablo Juane |
Javier Codesido ha visto las películas de Óliver Laxe, aunque asegura que “las primeras” le parecieron “somníferas. Desde luego, convencional no es”, subraya el técnico, quien agrega en tono de broma y con respeto hacia el cine de su expupilo, que “hay que tener pecho de romano para méterselas”.
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