Ignacio Liñán (San Juan (Argentina), 1999) jugó el sábado su último partido con el CDM y el club le tenía guardada una sorpresa. Niños y mayores le hicieron un pasillo de honor, que atravesó para abandonar la pista, donde el equipo además acababa de ganar al Tordera con dos goles suyos, por última vez. “Imposible no emocionarse”, admite. El argentino se despide, aunque quizás no sea un adiós sino un hasta luego, después de cuatro años en A Coruña. Y eso que venía solo para uno. Su bienestar y su compromiso fueron prolongando su estancia. Pero ahora siente que aún es joven y que tiene que aprovechar para probar ligas nuevas y conocer otros países. Terminar la carrera. Temas burocráticos, ya que tiene una cita el 8 de mayo en Mendoza para los trámites de la ciudadanía española, le impiden terminar incluso la temporada. “Si no, no me iba hasta después de San Juan”, bromea. Italia podría ser su próximo destino.
“Yo pensé que iba a ser un año, nada más. Ya me habían dicho que era un club familiar”, reconoce. Sus planes iniciales eran hacer una especie de interraíl hockístico por Europa “Mi idea era conocer distintas ligas. Jugar un año e intentar dar el salto a otros equipos”, continúa, “pero al final estuve tan cómodo con el club y con la gente, me sorprendió tan a bien, que ya me quedé más”. Y eso que tuvo oportunidades para marcharse, pero su palabra siempre pesaba más y permaneció incluso cuando el CDM descendió a OK Bronce. “Estaba muy contento, me gustaba el grupo”, indica.
“Martinazzo me recomendó que terminara la carrera; ahora le doy la razón”
Para venir a A Coruña le aconsejaron dos ilustres: Daniel Martinazzo y Carlos López. “Ellos fueron los primeros que me dijeron que había un equipo que estaba interesado en buscar a un jugador. Conocían a Josep Sellas. Empezamos a hablar. Yo quería salir un poco, quería vivir la experiencia”, recuerda. Aunque Martinazzo le aconsejaba que antes de venir, terminara de estudiar. “Ahora le doy la razón, me hubiese abierto muchas puertas”, reconoce. López, sin embargo, de lo que le advirtió fue de otra cosa: la lluvia. “Me dijo que era una ciudad bonita pero que no paraba de llover”. Una leyenda urbana. “Bueno, en invierno un poco de razón tiene... Pero me gusta que la gente hace cosas igual, no se corta y hay vida”, dice.
A nivel de hockey, el primer año fue bueno. “Nos salvamos quedando tres jornadas”, dice. Aunque a él le costó la adaptación. “Era un hockey mucho más táctico aquí en España, con números, muchas jugadas, equipos muy cerrados... Para encarar, hacer un uno contra uno, tenías que pasar entre tres o cuatro, o para las contras siempre bien replegados los equipos... Era complicado”. Y encima, se lesionó hasta dos veces en los dos primeros años, una en el hombro y otra en el tobillo. “Me conozco casi todos los hospitales de Coruña”, se ríe. Lo que también habla de su intensidad. “En en los partidos. Tengo peleas con mis compañeros, no me gusta perder, intento hacer como el que paso, pero siempre voy a ganar sí o sí”, confirma.
Esta temporada, por tanto, pudo disfrutar más, con el equipo siendo la revelación de la OK Plata en su regreso a la categoría. Aunque a él no le sorprendió el rendimiento del CDM. “A mí sinceramente no, porque soy muy optimista siempre. Además venía al equipo cómo entrena, cómo lucha, que van al gimnasio, hablando de hockey, todos muy metidos... Podían salir mal los resultados, claro, pero no me extrañan los buenos”. Es más, cree que incluso podían haber aspirado a más. “Si por momentos hubiésemos tenido más experiencia, porque al final el más grande era yo, que no considero que tenga mucha experiencia, hasta nos podría haber ido mejor”.
El equipo era el mismo que ascendió pero con refuerzos como los del chileno Vicente Soto y los coruñeses Iván Centoira, Eloi Martínez y Álex Fuentes. “Vicente nos vino muy bien porque es muy ordenado, juega muy bien y sabe lo que tiene que hacer. Iván es un friki de hockey, me encanta, que esté tan loco, y eso que lo diga uno que viene de San Juan… Eloi, que es un porterazo, que estuvo al nivel de Javi, los dos a un nivel excelente. Y Álex tuvo a mala suerte de lesionarse, pero empezó la Liga que acababa los entrenamientos y él seguía entrenando, hacía cosas de más, y es muy optimista y con gen ganador. Volverá al nivel grupo, seguro”, valora.
Ya había decidido que el año que viene cambiaría de aires (no lo comunicó hasta que el equipo no estuvo salvado). Pero no puede terminar la temporada, a la que le quedan dos jornadas, por temas burocráticos. “Tengo cita en Mendoza el 8 de mayo para arreglar la ciudadanía española por una ley de bisnietos que salió hace unos años”, comenta y apunta que su bisabuelo era del sur de España, de la zona de Málaga. “Si no me hubiese ido el 25 de junio para quedarme para San Juan”, se ríe. “Y el por qué me voy es porque quiero probar otras ligas. Siento que soy muy joven todavía, que si tengo ganas de quedarme a vivir toda la vida aquí en Coruña, que no lo descarto, lo podría decidir más adelante. Y que todavía siento que tengo edad como para probar otras ligas, otro hockey”, añade.
“Tengo muchos amigos que vinieron de Italia a España, como Joaquín Olmos (jugador del Calafell), mismo Tato (Ferruccio), que dicen que la de allí es una liga muy diferente. Entonces quiero probar”, afirma. Allí la liga tiene fama de más descontrol en el juego en el sentido de que no es tan táctico. Más como era él al principio, antes de llegar a España. “Hoy en día me ves en la pista gritando, pausa, tranquilo, y dices, es un impostor”. ¿Su futuro está en Italia? “Yo creo que sí. Todavía no tengo nada decidido. Estoy hablando con unos equipos, algunos de Primera que pueden descender, otros de Segunda que pueden ascender... Pero, simplemente hablando. Ahora mi idea es volver a San Juan y jugar 4 o 5 meses ahí, en un equipo que se llama Atlético Argentino, y después ya volver a Italia”, asegura.
“Mi futuro podría estar allí, estoy hablando con varios equipos, nada cerrado”
Y por otro lado, retomar o seguir con los estudios. En Argentina había empezado la carrera de Económicas, que dejó cuando llegó a España. Aquí empezó Ciencia de Datos de forma online. .”Estoy ahí decidiendo si termino una o retomo la otra”, apunta. Y vuelve a dar la razón a Martinazzo. “Siempre se lo digo. No tengo problemas en reconocerlo. Yo sabía que él tenía la razón. Pero también hay que equivocarse por uno mismo, porque después vas a tener tiempo para corregir”. Así que ese es su consejo para los compañeros y amigos que aquí deja: “Que estudien. A mí el estudio me hubiese abierto más puertas. Todo lo que sean herramientas que te puedan abrir puertas el día de mañana en cualquier lugar, ya sea idiomas o lo que sea, hay que tenerlo en cuenta”.