Por su pasado en equipos como el Barça y el Igualada, el entrenador azulgrana David Cáceres, que según algunas publicaciones tendrá una aventura de una única temporada dejando su puesto a Ricardo Ares (Porto), se ha cruzado en el destino del Liceo como jugador en múltiples ocasiones. Con victorias. Pero también con dolorosas derrotas. El marcador está 5-3 a favor de los verdes, sus verdugos en cinco finales, cuatro de Copa y una de Champions; mientras que él ganó una Liga y una Copa de azulgrana y una Supercopa de Europa en las filas del Igualada.
Cáceres empezó ganando sus enfrentamientos contra el Liceo. Los primeros, en el Barça en la temporada 1993-94. Se vieron las caras en seis ocasiones ese curso. Y en todas marcó (28 goles en total en su carrera contra el Liceo): en los dos empates de la liga regular (3-3 y 5-5); en las tres victorias en las semifinales del playoff (3-1, 5-3 y 1-2); y en el triunfo culé en la final de la Copa del Rey (5-3).
Después se fue al Vic y cortó su racha pese a que siguió marcando. Suyos fueron los dos goles en el 8-2 en Riazor. Los rojiblancos devolvieron la moneda en la segunda vuelta (10-2), pero los coruñeses respondieron en la final de la Copa del Rey para llevarse el título por 5-2.
Cáceres se cambió al Igualada. Continuaron las derrotas. Otra vez el Liceo le frustró en la Copa del Rey, tanto en la de 1996 (4-5) como en la de 1997 (9-3). Se pudo vengar unos años después, en el curso 1999-00 en el que levantó la Supercopa de Europa con un gol del técnico azulgrana decisivo en la vuelta en Riazor. Aunque aún le quedarían dos derrotas dolorosas más, en los penaltis de la final de la Champions 2002-03 y en la de la Copa del Rey de 2004.
Su Igualada, sin embargo, sigue siendo el único equipo que en la historia de los playoffs de la OK Liga fue capaz de remontar un 2-0 en contra, aunque no fue en una final, sino en las semifinales contra el Reus de la temporada 2003-04. Cáceres vivió desde dentro la épica y sabrá identificar sus signos para intentar contrarrestarlos si el Liceo amaga con ellos. Un ejemplo con doble cara. La buena, que se puede. La mala, que el rival se sabe el camino.
En aquella ocasión, el Igualada había perdido los dos primeros duelos en la pista del Reus, así que llegó a la suya completamente contra las cuerdas. Pero Les Comes ya había visto de todo a esas alturas, y aunque eran los últimos coletazos de una época gloriosa, todavía le quedaban buenos episodios por vivir. Impulsó a los suyos, que ganaron el tercer encuentro y después, el cuarto. En ese momento ya estaban completamente convencidos de que era posible y fueron al quinto, a la Bombonera de Reus, donde remataron la faena.
Después el que no tuvo piedad fue el Barça, que venía precisamente de eliminar al Liceo (campeón de Copa, Supercopa de Europa e Intercontinental ese curso) en las semifinales por la vía rápida (3-0) como antes había hecho con el Tenerife en cuartos y como repetiría también en la final frente al Igualada.