Que la ahora llamada Primera FEB es una liga cada año más dura, complicada, competida y con mayor talento lo demuestran muchas cosas, entre ellas la proliferación de jugadores con un más o menos sólido bagaje en la ACB.

Y no solo en equipos que tras descender optan por mantener a un buen puñado de los jugadores responsables de no salvar la categoría. Es una tendencia que ha ido creciendo en los últimos años.

Sin ir más lejos, en la temporada que remató hace dos semanas con la Final Four disputada en la Caja Mágica de Madrid, donde el Real Betis se impuso en la final al Fuenlabrada, los principales aspirantes al ascenso contaron en sus planteles con numerosos miembros con pasado en la Asociación de Clubes de Baloncesto. Entre esos cuatro no estuvo el Obradoiro, que conforme avanzaba el curso fue montando un grupo de altísimo nivel: seis jugadores con al menos una temporada ACB completa en su CV y tres más que pasaron eventualmente por ella.

Curiosamente, del repóker inicial de favoritos a saltar de categoría fue el histórico campeón de la regular (con la mejor marca de siempre, 32-2), el San Pablo Burgos, el plantel con menos jugadores con experiencia de mínimo un curso en la élite de la élite. Cinco (Alex Barrera, Dani Díez, Luke Fischer, Pablo Almazán y Gyorgy Goloman). Más un ‘eventual’, Didac Cuevas (14 partidos). 

El Betis acabó la campaña con seis, todos con más de una campaña de experiencia. La misma cifra presentaban el Palencia, en su caso un 4+2 (los dos son con menos de una campaña completa), y el anfitrión de la Final Four, el Estudiantes (6+2), mientras que el Fuenlabrada contó con cinco y ninguno de paso fugaz. 

Precedentes cercanos

Más ACB, por tanto, no garantizan el ascenso. Sí llegar lejos en playoffs. Lo certifican muchas de las temporadas precedentes. En la 2023-24, el Estudiantes fue el equipo de los cuatro que pelearon por el segundo billete para la máxima categoría con más ex ACB en sus filas. Media docena, más tres ‘eventuales’.

Ascendió directamente el Básquet Coruña, con un cuatro (Beqa Burjanadze, Aleix Font, Alex Hernández y Goran Huskic) más uno (Atoumane Diagne, quien había jugado cuatro encuentros con el Barça). Y subió vía playoffs el Força Lleida, con un solo jugador, Javi Vega, con dilatado periplo en la ACB, y otro, Nacho Varela, con nueve partidos repartidos en tres temporadas mientras militaba en la cantera del Estudiantes. 

En la 2022-23, el Palencia ganó los playoffs con solo dos exACB, Chema González y Manu Rodríguez. Y un curso antes había jugado la Final Four con Dani Rodríguez como único elemento con bagaje en la máxima categoría. Una experiencia de... dos partidos. 

En la 2020-21, el Breogán ascendió  con uno (Salva Arco) más uno (Mo Soluade, 17 partidos ACB en tres campañas). En la pandémica 2019-20, interrumpida tras 24 jornadas, entre los cuatro primeros de la clasificación –el Leyma marchaba tercero– sumaban un magro 5+3.

Las excepciones, obviamente, haylas. El Andorra ascendió en la 2022-23, como campeón de la regular, con un 7+1, producto de muchos renovados tras descender un año antes.

Numerosa, no exitosa

La reunión más numerosa de exACB se dio en el Estudiantes de la 2021-22, que acabó con Diego Epifanio al timón tras ser despedido, casi a finales de abril, Jota Cuspinera. El 7+4 no le valió el conjunto colegial más que para acabar segundo la fase regular y llegar a la final de los playoffs, en la que perdió, en Madrid, contra un Bàsquet Girona en el que Marc Gasol todavía sembraba el terror en la pista. El burgalés si pudo llevar a la ACB al San Pablo Burgos con un 5+3 en la temporada 2016-17. En la 2023-24, el equipo castellano se quedó en la B con un 6+2.

Resumiendo, de las 11 plantillas con más jugadores con experiencia en la ACB desde la temporada 2012-13, la del regreso a la segunda categoría del Básquet Coruña, nueve datan de las cuatro últimas temporadas. Una prueba irrebatible de la reciente escalada de dificultad en la ahora llamada Primera FEB.