España es una potencia mundial de la marcha atlética. Los resultados están ahí. Y no son solo las medallas de María Pérez y Álvaro Martín hace un año en los Juegos Olímpicos de París. Ayer mismo, en el Campeonato de Europa sub-20, el equipo nacional se colgó un oro y un bronce (este de la lucense Aldara Meilán) para un doblete histórico. Hubo pasado (García Bragado, Valentín Massana, María Vasco...). Hay presente. Y habrá futuro. Porque por detrás siguen llegando talentos y uno es el de la coruñesa Icía Ares (A Coruña, 2008), que se proclamó campeona de España sub-18 de los 5.000 metros y se colgó el oro de la Copa Iberoamericana con la selección española.
Icía, de 17 años, tiene apellido de dos pueblos de la provincia, Ares y Betanzos. Compite por el Atletismo Ourense. Y entrena, tres días a la semana durante el curso (terminó Primero de Bachiller) y cinco cuando se acercan las grandes competiciones, a caballo entre Ames, Ordes y Bertamiráns, incluso Santiago. Así que le han atribuido diferentes nacionalidades. Por eso posa orgullosa con sus medallas al lado de la Torre de Hércules, para que quede claro que ella es bien coruñesa, de la ciudad que precisamente tiene una relación especial con la marcha con la visita una vez al año de los mejores especialistas del mundo para dar zapatilla sobre el asfalto de los Cantones, pero que llevaba años sin tener ninguna marchadora que destacase tanto. “De pequeña había visto alguna prueba, pero nunca me había imaginado que acabaría compitiendo yo, aunque los dos últimos años no pude”, dice.
En su caso, la relación con el atletismo comenzó con otras pruebas de sello de la ciudad, las carreras de los barrios del circuito Coruña Corre, a las que se apuntaba con 7 años. Un poco después ya dio el salto a un club de atletismo en Ordes, donde se dedicó sobre todo a la velocidad y a lanzar jabalina hasta que se cruzó en su camino Mayka Jueguen. “Vino a dar una charla a mi antiguo club, el Atlética A Silva. A mí me gustó y además me dijo que se me daba bien y decidí apostar por la marcha porque podía tener mejores resultados”, recuerda. No se equivocaba y así comenzó, hace solo cuatro años, una nueva historia.
Lo primero era dominar la técnica de una especialidad en la que es fundamental para evitar las temidas descalificaciones. “Hay gente a la que le sale natural y otra que la tiene que perfeccionar”, señala. “Y es complicado. Porque a veces si quieres aumentar la velocidad pierdes la técnica. Entonces tienes que entrenar para perfeccionar la técnica y para que esta aguante según vayas subiendo el ritmo. No es como correr. No puedes ir rápido sin técnica”, analiza.
En España el listón está altísimo y la competencia es feroz. “Pero también implica que tengamos entrenadores, medios y un montón de opciones de poder hacer marcha sin tener que irnos”, destaca. Por eso ser campeona de España, como es su caso, da un caché superior. “Fue una carrera táctica, la planeé mucho, lo que pasa es que hacíamos mucho calor, además húmedo, y nos mató a todas”, recuerda sobre el título logrado en Tarragona. Cuestión de supervivencia. “En los últimos 80 metros descalificaron a la que iba delante de mí, aproveché y gané”.
Unas semanas después, en el Iberoamericano en Paraguay repitió victoria con su mejor marca en 5.000 metros (la novena española de todos los tiempos). “Allí era invierno y competimos a las ocho de la mañana. Hacía bastante frío y como estoy acostumbrada a entrenar así, se me dio mejor y también gané”. Casi sus condiciones soñadas: “Frío y carreras tácticas, con cambio de ritmo, no salir a morir desde el principio”. Repasa sus éxitos ya de vacaciones, pero pensando en una próxima temporada en la que sube a la categoría sub-20 con un botín todavía más sabroso. “Hay un Campeonato del Mundo en Brasilia...”, sueña.