Antonio Miguélez Meléndrez (A Coruña, 1997) es Chino, jugador del Lleida Llista Blava, el equipo que sorprendió al Liceo en Riazor (5-6) y amenaza con su prematura eliminación en los playoffs de la OK Liga. “Cada vez que piso el Palacio me vienen a la cabeza partidos grandes contra el Barça o el Porto en la Champions, con los Riazor Blues, los ultras portugueses y las gradas llenas. Eran equipos y jugadores de otra galaxia, como extraterrestres”, rememora el canterano del Compañía de María.
El pasado sábado era solo la segunda vez que jugaba como visitante en Riazor –se estrenó en enero con derrota (1-0) en la liga regular–, pero no fue su primera victoria contra los verdiblancos: “Recuerdo una en las semifinales del Campeonato de España Juvenil en Raspeig con gol de oro en la prórroga”, evoca Chino, que también celebró triunfos importantes en alevines o infantiles.
“Si ganar un partido cualquiera ya sabe bien, en el Palacio, contra el Liceo y en playoffs sabe mucho mejor”, celebra Miguélez, que tuvo el apoyo desde la grada de su familia, sus amigos y una nutrida representación del Compañía y el Hockey Club Cíes, club vigués que dirige Leo Torres, tío de Fran Tombita, jugador del Lleida cedido por el Liceo: “Me sentí un poco como en casa porque mucha gente nos animaba a nosotros”, admite.
El coruñés cree que el aspecto psicológico fue decisivo en la victoria del Lleida, obligado a remontar dos veces y llevar el encuentro hasta la prórroga para anotarse el primer punto de la eliminatoria: “A nivel ‘hockístico’ no estuvimos brillantes e incluso cometimos errores, pero a nivel mental estuvimos muy bien. En los momentos delicados no nos vinimos abajo y siempre creímos que podíamos llevarnos el triunfo para casa”, analiza.
Esa fortaleza del Lleida cobró una nueva dimensión después de jugar la final de la Copa del Rey el pasado mes de marzo en Calafell. “Nos ayudó mucho. Hicimos un gran campeonato pese a la importante baja de Nico [Ojeda, máximo goleador del equipo] y perdimos la final por la mínima [4-5 contra el Reus]. Creo que competimos muy bien toda la temporada. Igual nos ha faltado un poco de regularidad en la OK Liga, pero a partido único le podemos ganar a cualquiera”, confía el coruñés.
Pese al triunfo en Riazor, Miguélez cree que el Liceo sigue siendo favorito para pasar a semifinales: “El sábado dimos un paso importante, pero nos falta lo más difícil, que es cerrar la eliminatoria. El Liceo es el Liceo. Ya vimos de lo que fue capaz en Barcelos [remontó el 4-6 de la ida con un 2-4 en Portugal y llevó la eliminatoria hasta los penaltis] ante un equipo que acabó ganando la Champions”, advierte Chino, uno de los talentos surgidos de la prolífica cantera del Compañía de María.
Comparte generación con Ignacio Alabart, la joya de la corona, que lo ha ganado todo con el Barça y con la selección española. Fue una camada que dio al palo en casi todos los Campeonatos de España que disputó, incluyendo sendos subcampeonatos en infantiles y juveniles, cayendo en las finales contra el Barça y el Caldes, respectivamente.
“Compañía lo es todo a nivel ‘hockístico’ para mí. Allí aprendí a patinar, me formé como jugador, hice mil amigos y viví experiencias increíbles: torneos fuera, Campeonatos de España…”, destaca el coruñés, que no empezó en el hockey por tradición familiar, como muchos de sus compañeros: “Veía a otros niños del cole jugando en el recreo y me llamó la atención. Le dije a mis padres que quería jugar a eso sin saber lo que era”, se sincera.
Como todos los chavales de su generación en Compañía, creció a la sombra de Alabart. Un año mayor, el internacional español fue el primero en irse al Barça. Miguélez y su compañero y amigo, el portero Fran Otero, le siguieron una temporada después a la cantera más potente del hockey nacional.
“Fue un poco raro, casi no me lo creía, aunque es verdad que ya habíamos jugado unas cuantas veces contra ellos. Fue para mí un reto ilusionante, aunque al principio no fue fácil, pero acabó siendo una etapa genial de mi vida. Cinco años en Barcelona, pude debutar con el primer equipo, conocer y compartir pista con jugadores increíbles”, recuerda Chino, que durante su etapa como azulgrana coincidió con mitos del hockey como Pablo Álvarez, Pau Bargalló, Aitor Egurrola, Marc Gual o Sergi Panadero, además de una nutrida colonia coruñesa: el exliceísta Edu Lamas, los citados Alabart y Otero y Pablo Torres, primo del capitán verdiblanco Dava.
“Edu estaba en el primer equipo y Alabart estuvo cedido dos años en el Voltregà, aunque llegué a compartir pista con él cuando debuté en la OK Liga [en la temporada 2018-19 subió desde el filial para seis partidos con los mayores]. Con Fran es con el que más tiempo compartí, aunque él lo dejó por motivos de estudios, y con Pablo apenas coincidí porque es más pequeño”, concreta el jugador del Lleida, que no llegó a vivir en La Masia.
“Solo iba allí a comer y a entrenar. Estábamos mezclados los deportistas de las diferentes secciones: hockey, balonmano, baloncesto, fútbol sala y fútbol. Al principio impresiona por todo lo que has escuchado, pero una vez que te acostumbras es un sitio más, con chavales normales”, arguye Chino, que durante su etapa en Barcelona cursó Administración de Empresas, consciente de que su futuro está lejos del hockey, aunque en el 2020 de la pandemia gozó de su primera oportunidad como profesional cuando recibió una propuesta del Montebello italiano.
“Mi penúltimo año allí ya estaba pensando en salir del Barça, pero me quedaba un año para acabar la carrera y decidí aguantar un poco más”, desvela el coruñés, sabedor de que no tenía espacio en la primera plantilla azulgrana: “En la temporada que se frenó por el covid me salió la oportunidad de jugar en Italia, que siempre me había atraído mucho y no me lo pensé dos veces”, zanja.
El coruñés militó dos temporadas en el Montebello (2020-2022) y otras dos en el Sandrigo (2022-2024), con un balance de 131 partidos y 72 goles. “Fue arriesgado porque al principio había muchas restricciones y la liga se paraba un mes y al mes siguiente jugábamos diez partidos, pero lo disfruté desde el minuto uno. Es un hockey diferente y fue una experiencia brutal”, relata Miguélez, que vivió en la región del Véneto y compartió vestuario con otro coruñés, Juan Fariza: “Me ayudó mucho en la adaptación”, agradece.
Su notable rendimiento en la Serie A llamó la atención del Lleida, que le reclutó el pasado verano para un proyecto ambicioso y al alza: “Aunque ya había debutado con el Barça tenía la espinita de jugar en la OK Liga y el Lleida es el club perfecto para gente como yo que venimos de fuera. Es un club con una estructura muy organizada y muy competitivo, que en los últimos años siempre ha jugado en Europa y en los playoffs. Tiene mucha ambición”, confirma.
¿Y volver a A Coruña? “El Liceo es un grande del hockey, pero nunca he tenido esa oportunidad. Obviamente me haría mucha ilusión poder jugar delante de mi familia cada fin de semana y compartir esto del hockey con ellos, pero ahora estoy muy centrado y contento en el Lleida”, se desmarca Chino, que tiene contrato por una temporada más y, aunque lleva ya una década lejos de su ciudad, mantiene el acento y las raíces. “Paso todos los veranos allí. Para mí es como si nunca me hubiese ido. Me encanta A Coruña. Es mi ciudad y lo será para siempre”.