Acostumbrada a los grandes retos y a participar en las competiciones internacionales del más alto nivel, la levantadora coruñesa Irene Martínez Santiago pasa la reclusión en tierras gallegas, acompañada por su familia.
“Me hubiera gustado quedarme en el Centro de Alto Rendimiento, en Madrid, donde paso la mayor parte del año”, aseguraba ayer, “pero lo cerraron cuando se decretó el estado de alarma. Yo al principio pensaba que nos iban a dejar allí concentrados. Pero no fue así. No me hacía mucha gracia la idea de volver a A Coruña, sobre todo por si contagiaba a alguien. En Madrid ya se habían dado muchos casos de coronavirus y yo no quería, por ejemplo, entrar en contacto con personas que estuvieran en grupos de riesgo, como mi abuela. Pero no me daban otra opción. El CAR es mi casa y en Madrid no podía quedarme. Así que regresé”.
Una vez en A Coruña, “mi entrenador en el Club Halterofilia Coruña, Ferenc (Zsabo), me ofreció material del gimnasio. Y la verdad es que me viene muy bien”. Comenta que “afortunadamente, ahora vivo en una casa grande. Y tengo varios espacios para poder mantenerme en forma”.
Una tarima
Irene sabe que para practicar su deporte no necesita grandes espacios. “Peor lo tienen los de natación, que están perdidos”, reconoce. Eso sí, “las condiciones no son iguales. Por ejemplo, yo no tengo una tarima, que es algo muy importante para practicar la halterofilia”.
De todas formas, “como todavía no sé cuándo volverá la normalidad, ni cuándo habrá competiciones, el ejercicio que estoy haciendo es menos intenso. Lo hago sobre todo para mantenerme en forma y para entretenerme. Y lo llevo mejor”.
La haltera coruñesa señala que “yo ya sabía que no iba a ir a los Juegos Olímpicos. Pero la noticia del aplazamiento nos ha dejado a todos más tranquilos. Incluso yo estaba preocupada, y eso que no voy a ir. La verdad, es que a los deportistas españoles nos hacía falta que confirmaran el aplazamiento”.
Su rutina
Irene se ha establecido una rutina de lunes a viernes, y otra para sábado y domingo. “Al principio de la semana entreno por las mañanas, y luego las tardes las dedico a estudiar. Por la noche, veo la tele o leo. También por la tarde hago alguna sesión de ejercicio con mi hermana, que está preparando oposiciones, y ella estudia por la mañana”. En cambio, “los fines de semana es diferente. El sábado entreno y estudio, pero menos. Y el domingo no hago nada”.
La levantadora internacional destaca también que lleva muy bien una circunstancia que en los últimos años pocas veces ha podido hacer, estar con su familia. “Me fui de casa con quince años. Entonces voy un poco al revés que todo el mundo. No he vivido esa época de ser joven y tener que vivir con tus padres. Así que ahora, que puedo estar con mi familia mucho tiempo, lo llevo muy bien”. Del mismo modo, “con mi hermana pequeña solo nos llevamos tres años. Y tenerla cerca durante el confinamiento es muy importante para seguir socializando”.
Además, al vivir en un hogar con espacio, toda esta situación de confinamiento la afronta mejor. “Yo abro la puerta de casa y tengo un terreno al aire libre. Eso hace mucho. Tengo amigas que están viviendo en un piso y es durísimo. No lo están pasando bien”.
