Hace siete años, en estas mismas fechas, un Claudio Ranieri al borde de las lágrimas disfrutaba en el King Power Stadium del "Nessun Dorma" de Andrea Bocelli. El Leicester City acababa de ganar la Premier League más imposible de la historia y la música era el reflejo de su éxito. Siete años después, ese mismo Leicester, en espíritu, no en jugadores, se marcha al Championship, al pozo, a la Segunda división.
Se unen los 'Foxes' al Blackburn Rovers en el dudoso honor de ser los únicos campeones de la Premier en haber descendido y completan, de forma trágica, un viaje que les llevó a ganar una liga, jugar unos cuartos de final de la Champions League, estar habitualmente en Europa y conquistar una FA Cup.
Una viaje que fue poco a poco en declive y que se quebró esta campaña. 18 jornadas en descenso, cinco como colista, un cambio de entrenador, problemas financieros, fichajes lejos de funcionar, jugadores convencidos de que era imposible bajar y un sinfín de problemas que han terminado con un equipo campeón en Segunda.
Para entender el descenso a los infiernos del Leicester hay que pararse en la política de fichajes, fallida este año. Fallida y escasa, porque apenas se firmó a tres jugadores para el primer equipo, Wout Faes (central), Victor Kristiansen (lateral izquierdo) y Harry Souttar (central), no se fichó a un portero que sustituyera a Kasper Schmeichel, vendido al Niza, y tampoco se vendió a ninguna de las estrellas, como Youri Tielemans, con la que cuadrar las cuentas del equipo.
Porque el Leicester presentó unas pérdidas de 110 millones de euros en marzo, las mayores de su historia, que se explican porque es propiedad de la empresa tailandesa de 'duty free' King Power -la que da nombre al estadio-, que sufrió gravemente los efectos de la pandemia por la reducción del turismo. Por eso apenas reforzó al equipo en verano, por eso se equivocó al no vender a Tielemans cuando mejor estaba y por eso el descenso solo siembra más incertidumbre sobre los 'Foxes'.
Tampoco ayudó que esta no fuera una plantilla poco acostumbrada a estos cenagales. Este equipo estaba ganando la FA Cup en Wembley al Chelsea hace dos años y alcanzando las semifinales de la Conference League la temporada pasada. Los James Maddison, Jamie Vardy o Harvey Barnes podían imaginarse en el barro del descenso.
De hecho, Maddison echó en cara a un periodista que criticara su derrota contra el Southampton en marzo. "Si volvemos a jugar así todo irá bien", dijo el mediapunta, internacional con Inglaterra, que calificó las críticas como "basura".
Ahora, con el descenso consumado, los Maddison, Barnes, Tielemans y compañía avistan un futuro lejos del King Power Stadium. Una sangría de talento que amenaza la supervivencia deportiva a medio plazo, porque el mazazo económico de descender al Championship solo es subsanable con un ascenso inmediato. Una recuperación que estaría en peligro si las grandes figuras de este equipo se van. Y deberían, porque los anteriormente mencionados tienen nivel de Premier, no de Championship.
Otro capítulo merece Jamie Vardy, quien a sus 36 años es uno de los tres únicos supervivientes del campeón de Premier en 2016. El delantero inglés no se quiso ir al alza, como sí lo hicieron Riyad Mahrez y N'golo Kanté, por ejemplo, y ahora, en el ocaso de su carrera, debe decidir si dar un último servicio al Leicester o echarse a un lado. Tiene aún un año de contrato por delante.
Con el descenso del Leicester, se complica su futuro, pero no emborrona su pasado. No difumina aquella liga de los imposibles, de la apuesta del 5.000 a 1, de los once partidos seguidos marcando por Vardy y de aquel once inicial que no costaba ni 30 millones de libras. Se acaba una época dorada para los 'Foxes', pero aquel "Nessun Dorma" interpretado por Andrea Bocelli no se lo podrá quitar nadie.