La fragilidad muscular impidió que Carlos Fernández, un futbolista que jugó el pasado curso en Segunda pero con calidad para brillar en Primera, se mostrara aún más decisivo.
Las lesiones marcaron la temporada del delantero cedido por el Sevilla, que, aun así, sobresalió por encima del resto cada vez que su cuerpo le permitió saltar al césped.
Fue un lujo para el Depor contar con el nervionense, que se asoció a la perfección con Quique, con el que formó una de las mejores duplas ofensivas de la categoría de plata.
Talento, entendimiento del juego y olfato goleador innatos para el internacional sub-21, al que al Depor le encantaría disfrutar de él otro curso más.
“Voy a ser completamente sincero. Como entrenador, me habría gustado tener aquí a Carlos esta temporada. Ahora bien, las circunstancias eran las de un jugador que había estado lesionado de la rodilla, que se vuelve a lesionar y es operado otra vez, y que está en plena fase de recuperación cuando nosotros llegamos. Es un jugador que siempre me ha gustado y que tiene unas características que se pueden ajustar muy bien a lo que buscamos, parecidas a las de André Silva”. Son las palabras del extécnico del Sevilla Pablo Machín en una entrevista que concedió al diario andaluz Estadio Deportivo el pasado mes de noviembre. Unas declaraciones que resumen a la perfección lo que representa Carlos Fernández, un jugador con un talento privilegiado, pero cuya trayectoria profesional se ha visto condicionada por los constantes problemas físicos.
De no ser por su facilidad para lesionarse, el joven delantero seguramente no habría jugado en el Deportivo la pasada campaña, sino que se habría quedado en la primera plantilla del Sevilla.
Pero finalmente aterrizó en Riazor y desde el primer momento se mostró desequilibrante por sus enormes cualidades técnicas. Fue el segundo máximo goleador de la escuadra coruñesa.
De no ser por su facilidad para lesionarse, el joven delantero seguramente no habría jugado en el Deportivo la pasada campaña, sino que se habría quedado en la primera plantilla del Sevilla.
Pero finalmente aterrizó en Riazor y desde el primer momento se mostró desequilibrante por sus enormes cualidades técnicas. Fue el segundo máximo goleador de la escuadra coruñesa.
Talento de cristal
