Poco o nada imaginaba aquel tímido centrocampista del Fabril, llegado desde el Racing Vilalbés, de su evolución en el fútbol profesional cuando se asomaba al primer equipo en enero de la temporada 20-21, concretamente en la visita al Coruxo en O Vao, que concluyó con derrota blanquiazul 2-0.
Promocionado desde el filial de la mano de Rubén de la Barrera como solución de urgencia ante la falta de refuerzos en la ventana invernal, junto a su compañero canario Rayco, el pivote ha ido escalando peldaño a peldaño hasta convertirse en sinónimo de la constancia necesaria para triunfar en el fútbol moderno.
El ‘Pulpo’, así apodado por sus compañeros por su extraordinaria capacidad elástica para el robo de balón, ha ido engordando en la piscifactoría de Abegondo, hasta convertirse esta temporada en el segundo capitán de la plantilla y uno de los grandes referentes del club para el retorno al fútbol profesional tras cuatro años en el abismo de la categoría de bronce.
Este superprofesional de la parroquia de Samarugo (Vilalba) se ha ganado el respeto y la admiración del entorno deportivista debido a su trabajo y portentosas prestaciones físicas, que lo han convertido en un imprescindible para todos y cada uno de los entrenadores que lo han dirigido en el Deportivo de La Coruña.
A la hora de iniciar la presión al rival, su actual preparador, Imanol Idiakez, ha confiado plenamente en sus facultades, adelantando su posición para crear problemas al rival en su salida de balón.
La campaña que dará inicio este sábado, a sus 28 años, coincidirá con su madurez como futbolista de élite.
En sus cuatro experiencias anteriores en el club blanquiazul no ha parado de estirar sus tentáculos a nivel estadístico; no en vano, en su primera media campaña (la 20-21) apenas disputó 12 encuentros, con 11 titularidades, adornados con un total de 1.015 minutos de juego y dos tarjetas amarillas recibidas.
Ya como un jugador del primer plantel de facto, el ejercicio 21-22 comenzó a dejar entrever sus múltiples cualidades como recuperador.
En ese periplo llegó a actuar en 34 encuentros, erigiéndose a sí mismo como el cuarto futbolista del club con más presencia, tan solo por detrás de Lapeña, Mackay y Juergen Elitim.
Riazor aplaudía a un canterano que se hizo fuerte en la sala de máquinas a pesar de no poseer un pie que marcase la diferencia, sino un pulmón capaz de sobresalir cuando el resto de sus compañeros ya miraban de reojo al reloj en búsqueda de la conclusión de los encuentros.
En las dos últimas experiencias como profesional Diego Villares se ha destapado como el llegador que siempre fue.
Su entrenador en categorías inferiores en el Racing Villalbés, Simón Lamas, siempre sostuvo que no se trataba simplemente un hombre de corte defensivo sino que poseía también unas enormes dotes para el remate incorporándose desde segunda línea.
Tanto en el ejercicio 22-23 como en el 23-24 fue capaz de aportar al colectivo la nada desdeñable cifra de cuatro dianas.
La pasada temporada, la del ascenso a Segunda, el ‘8’ blanquiazul no pudo ser más decisivo, incluso actuando en ocasiones lejos de su zona de mayor influencia, el doble pivote.
Partícipe en 36 encuentros de Liga, proporcionó estabilidad a una medular en la que se compenetró a la perfección con José Ángel.
Ambos conformaron una dupla que conjugó destrucción con elaboración e incluso finalización.
No en vano, ‘Villi’ —sus colegas de vestuario le piden el balón de esta forma— contribuyó de manera más decisiva que nunca a sumar puntos con sus dianas ante el Osasuna Promesas en Riazor (1-1), Barcelona Atlètic en el Johan Cruyff (1-2), Ponferradina en casa (2-0) y Arenteiro, también en Marineda (2-2).
Ilusionado por seguir siendo de importancia capital en el engranaje del Deportivo de Segunda División, Villares tendrá ante sí una competencia atroz en su puesto, con viejos conocidos como José Ángel, Rubén López, Hugo Rama o Jaime Sánchez, así como también con el recién llegado Mfulu.
El medio congoleño, fichado procedente de la UD Las Palmas, parte como un perfil similar al suyo, un devorador de kilómetros que tal vez le puede liberar en tareas de presión alta al adversario.
A lo largo de la presente pretemporada, el mediocentro lucense ha exhibido un gran tono en los amistosos disputados —algunos de ellos a temperaturas extremas—. En Pontevedra dejó constancia de su alto grado de entendimiento con Lucas Pérez para elevar al marcador el primero de los dos goles endosados al cuadro granate en Pasarón.
Aunque el técnico Imanol Idiakez no ha querido ofrecer pistas acerca de su posible titularidad este sábado ante el Oviedo, todo apunta a que continuará siendo uno de los pilares sobre el que asentar un Deportivo con hechuras de equipo sólido.
Su excelente preparación física le ha permitido esquivar a las lesiones importantes desde que ha dado el salto de calidad definitivo en su carrera desde el filial blanquiazul.
En efecto, en sus tres ejercicios completos como herculino ha tenido el privilegio de defender el escudo del club en 34, 33 y 38 choques de Liga, respectivamente.
Un factor diferencial, siguiendo el modelo de Álex Bergantiños, que hacen pensar en metas mayores a nivel personal en la división de plata.
Desde la directiva no se alberga ningún género de dudas respecto a su valía de cara a la élite; y es que el
pasado mes de enero dilataba su relación contractual con el Dépor, concretamente hasta junio de 2027.
Al menos tres años más de la misma humildad que lo catapultó en 2021.
La capitanía deportivista en el presente curso 24-25 recaerá al menos en cuatro hombres que la pasada campaña ya ejercieron de representantes de la plantilla: Lucas Pérez, Pablo Martínez, Jaime Sánchez y el propio Diego Villares.
El último en sumarse al selecto grupo de jugadores fue el defensa central de Chiclana, que relevó a Ian Mackay después de la salida del cancerbero el pasado mes de enero —prosiguió con su carrera en el Eldense—.
Preguntado en sala de prensa, Diego Villares confirmó su continuidad como capitán, si bien delegó en su entrenador la responsabilidad de aumentar el número de futbolistas que vayan a portar el brazalete.
“Los que ya estamos del año pasado y a partir de ahí es el míster el que debe decidir, le preguntáis a él porque es un tema suyo”, dijo.
En este sentido, además de Jaime, un canterano como Dani Barcia también lució el distintivo de capitán en el Teresa Herrera.