Buena parte del vestuario del Deportivo, y también de sus aficionados, terminaron una semana más molestos con la actuación del VAR. “Parece que no tenemos buena relación”, apuntó Diego Villares, resignado nada más terminar el encuentro en el Sardinero. Con esa sensación a la que los colegiados contribuyen de pensar que cada decisión que se toma en el monitor, esa zona gris del reglamento, siempre cae hacia el mismo lado. El gran beneficiado de este hartazgo por jornadas y jornadas de decisiones polémicas fue Helton Leite, al que apenas nadie puso en duda por una acción sobre la línea de gol que como portero, y sobre todo como ser humano que roza los dos metros de altura, debería haber resuelto con más contundencia.
El guardameta brasileño está siendo uno de los mejores jugadores del Dépor esta temporada. No hay discusión en ese aspecto. Cuando toque hacer balance de la permanencia, la importancia de sus intervenciones en la portería propia probablemente solo estén superadas por las que Yeremay ha firmado en la otra orilla. Y aun así, la sensación con el arquero es que lo que sucedió el domingo en El Sardinero se venía cociendo desde hace tiempo atrás.
No han sido pocas las veces que Helton se ha puesto para la foto esta campaña cuando toca defender el espacio aéreo blanquiazul. No está cómodo, salta a la vista. Y esa inseguridad a veces se ha transmitido a sus compañeros. Duda mucho y desde luego hace valer poco unos centímetros que deberían permitirle imponerse con suficiencia. No lo hizo ante Pablo Rodríguez, por más que el racinguista tratara de molestar. No lo hizo tampoco hace unos meses en Cádiz, donde ese segundo de incertidumbre le impidió llegar a tiempo y acabó cometiendo penalti sobre Carlos Fernández. Curiosamente, el VAR también intervino en aquella acción para llamar la atención sobre una pena máxima que inicialmente no se había señalado.
Más allá de la pericia con la que Helton esté resolviendo este tipo de acciones, o el desenlace de las mismas, en las que en muchas ocasiones entran en juego otras variables como el acierto del rival o el cable que puedan echarte tus compañeros para sacarte las castañas del fuego, los datos evidencian las reticencias del portero blanquiazul a la hora de abandonar esa zona de confort bajo palos.
Wyscout diferencia dos acciones concretas cuando se trata de evaluar la participación de los porteros en el juego aéreo. Las salidas, esas intervenciones claras en las que el arquero salta libre a por el balón sin rivales que se interpongan entre él y la trayectoria de la pelota, y los duelos, en los que, como el 1-0 del Sardinero, el meta debe hacer valer la ventaja que le da poder jugar con las manos. Si tenemos en cuenta los 26 porteros que esta temporada han jugado más de 1.000 minutos en Segunda División, el brasileño está lejos del top 10 en cualquiera de las dos facetas.
Salvi Carrasco, del Tenerife, Cantero, del Burgos, y Dituro, del Elche, registran más de 1,6 salidas por partido ocupando los tres primeros peldaños del podio. Helton ni siquiera alcanza el 1,3, quedándose en decimoséptima posición. Por la misma latitud se mueve en el ranking de duelos aéreos, en el que ocupa el decimoctavo escalón de una clasificación que dominan Édgar Badía, como Salvi también del Tenerife, Ander Cantero de nuevo como uno de los metas que más domina su espacio, y Ezkieta, rival del Dépor este domingo en El Sardinero.
Esta timidez de Helton a la hora de salir llama más la atención todavía si tenemos en cuenta que es el arquero más alto de toda la Segunda División. Sus 1,96 metros de altura encabezan el top 5 de gigantes bajo palos que completan Raúl Fernández (1,95 m.), Ezkieta (1,93), Salvi (1,92) y Dituro (1,91). En el otro extremo están el portero del Huesca Dani Jiménez, que se queda en el 1,79, Badía y Mackay con 1,81, Jesús Ruiz, que defiende la portería del Racing de Ferrol con 182 centímetros de altura y Alfonso Herrero, del Málaga, que se queda en 1,83. Curiosamente, Badía, Ruiz y Herrero están entre los guardametas más valientes a la hora de batirse en duelo cuando la pelota sobrevuela el área propia.
Está situación ha llevado incluso a que Gilsanz modificara la forma de defender el balón parado. El técnico de Betanzos detectó que uno de los problemas del Deportivo en el inicio de curso eran los goles encajados en estrategia. Desde un primer momento decidió aumentar el tráfico en el área pequeña, que pasó a estar custodiada por cuatro jugadores en lugar de tres.
Las consecuencias de este sistema de ayudas para Helton fueron inmediatas y la mejoría fue evidente. De hecho, desde el cambio en el banquillo, el cuadro herculino apenas ha encajado goles en saques de esquina o faltas laterales. El de Javi Castro en el Sardinero fue el tercer tanto recibido en esta suerte en los últimos meses. El primero llegó en la visita a Almería, un remate limpio de Edgar. El otro tuvo asterisco, ya que se produjo después de un saque corto y tras varios rechaces que terminaron en una gran volea de Ilyas desde la frontal.
Aunque si algo hay que ponerle en valor a Helton es llevar su contradicción hasta el extremo. Cerrar el círculo compensando sus problemas por alto a pesar de su altura con unos reflejos más propios de guardametas pequeños que cimientan su éxito en paradas instintivas, ágiles.
El brasileño está siendo uno de los arqueros más fiables a la hora de resolver manos a manos y su porcentaje de paradas sí está entre los mejores de la categoría de plata. Con un 75,2 por ciento, solo hay tres colegas que tienen un mejor porcentaje de éxito: Dani Jiménez (78,9), Alfonso Herrero (78,2) y Rubén Yáñez (76,2).