“Seguiré insistiendo con los jugadores, intentar apretar al máximo porque es la manera de que cada vez seamos mejores, exigiéndonos cada vez más. La trayectoria es ascendente y tenemos que seguir por ahí. Lo que tenga que ser será”, respondió Óscar Gilsanz en la sala de prensa de Riazor el pasado domingo ante el interés de los periodistas sobre la continuidad del técnico al frente de la plantilla el próximo curso. Minutos antes, había contestado, pero en el campo con el 5-1 de su equipo sobre el Albacete, días después de que se conociera que el club sondea el mercado de entrenadores por si hay relevo.
Desde el primer día que el betanceiro asumió el control de la primera plantilla del Dépor, al principio como técnico interino tras la destitución de Imanol Idiakez, se ha acostumbrado a responder a las dudas del entorno con goleadas.
“El objetivo está puesto en el sábado y a partir de ahí, ya veremos. No pienso en lo que puede significar para mí, sino en el momento que necesita el club, que un entrenador de cantera, del filial, se haga cargo del equipo el tiempo que sea necesario”, dijo en la previa de su debut en Cartagena.
La presencia del anterior estratega del Fabril al frente del Deportivo parecía tener fecha de caducidad, pero entonces la escuadra coruñesa barrió al colista en Cartagonova (1-5).
Yeremay, con un doblete, lideró la exhibición realizadora del conjunto blanquiazul, que completaron Ximo, Barbero y Cristian Herrera. 17 remates, once entre los tres palos y una manita sirvieron para que tres días después el club confirmara a Gilsanz como entrenador del Dépor hasta final de curso.
La derrota en Almería (2-1) y el empate frente al Sporting en Riazor (1-1), con un gol de Mella en el minuto 85 que rescató un punto, frenaron la euforia del relevo en el banquillo tras el 1-5 en Cartagena y el 1-0 ante el Eibar en el feudo coruñés.
El betanceiro despejó esas primeras nubes con otra goleada. Lucas Pérez, en su mejor versión de la temporada, ofreció su último gran servicio con la camiseta blanquiazul en el Nuevo Mirandilla, donde el cuadro deportivista tumbó al Cádiz por 2-4. Kovacevic abrió el camino de la victoria con un gol en propia puerta y el ‘7’ completó el festival con un hat-trick. El Dépor había afrontado la jornada decimoséptima en la decimoctava posición, empatado con el descenso, y el resultado le permitió abrir un hueco de tres puntos sobre la zona de peligro.
Pronto se aplacó la alegría generada por la exhibición en el estadio gaditano. Una semana después, el equipo coruñés empató en Riazor con el Zaragoza (1-1) en uno de los peores encuentros de los herculinos con Gilsanz en el banquillo. Hasta 23 remates efectuó el cuadro aragonés, que mereció la victoria. A las malas sensaciones ofrecidas ante el Zaragoza se unió el aplazamiento del duelo en Tenerife, lo que provocó que el bloque deportivista recibiera al Castellón, el 19 de diciembre, con un solo punto de ventaja sobre el descenso.
Las dudas aparecieron de nuevo en el horizonte de Gilsanz y, otra vez, el Dépor respondió con una exhibición. Los coruñeses barrieron a los orelluts (5-1) y volvieron a coger aire en su pugna por alejarse del descenso.
La incertidumbre ha regresado en las últimas semanas. A pesar de los buenos resultados, el club no ha anunciado la renovación del betanceiro. Y, cómo no, ha llegado esa manita al Albacete que, además, ha sellado la permanencia.