El Deportivo ficha. El Deportivo usa. Y el Deportivo descarta. Que pase el siguiente. No por voluntad propia, pero así está siendo la tendencia en cuanto a incorporaciones en los últimos años, en los que el conjunto blanquiazul no está logrando que sus altas se consoliden en un equipo con la constante necesidad de expandir su techo. Lo que ayer era la ambición, hoy es solo un lejano recuerdo del pasado. Hay que dar más.
Así, no es de extrañar que de los 17 jugadores que el Deportivo incorporó hace dos veranos, en el primer mercado de fichajes de Fernando Soriano como máximo responsable de fútbol de la entidad, ya haya doce que no sigan en el club. La cifra podría ampliarse en esta misma ventana estival hasta los catorce.
Germán Parreño, Ximo Navarro y José Ángel Jurado. Son los tres únicos futbolistas fichados en el 2023 que han formado parte del Deportivo de manera ininterrumpida desde entonces. Con las recientes bajas de Raúl Alcaina, Iano Simao, Iván Barbero y Pablo Vázquez, el Deportivo ha acelerado un éxodo al que pronto se podrían unir Davo, que no cuenta para la entidad, y Eric Puerto, en función de si acepta o no el rol de tercer guardameta. Ambos, además, ya saben lo que es salir cedidos.
En la amplia lista figuran nombres y casos de todo tipo. Desde el futbolista que llegó con altas expectativas y estuvo lejos de cumplirlas, a deportistas que arribaron a Riazor para ser ‘hombres de equipo’ y el incremento de exigencia les ha dejado atrás, pasando por otros que surgieron como parches. O incluso hombres que sí rindieron conforme a lo esperado, pero ha sido imposible retener o se ha preferido ofrecerles una salida.
Pese a la heterogeneidad del catálogo, resulta evidente que el fenómeno más abundante es el primero. Ahí, entre los jugadores de primera fila que no han estado a la altura de su cartel, sobresalen los nombres de Pablo Valcarce, Berto Cayarga, Hugo Rama y Salva Sevilla. Todos ellos llegaron con la campana a punto de sonar en agosto del 2023. El club había esperado por ellos al entender, basándose en el evidente currículum, que darían el salto de calidad necesario a la plantilla para alcanzar el ascenso a Segunda División.
Finalmente, el salto de categoría llegó. Pero no con ellos como protagonistas. Valcarce dejó una pequeña luz en sus inicios que pronto se apagó para no volver a encenderse jamás. Con un año más de contrato, el club no dudó en rescindir su vinculación. Apenas 600 minutos y dos goles figuran en la hoja de servicio del ponferradino, que el pasado curso deambuló también en Segunda RFEF con el escudo de la UD Logroñés en el pecho. Fichó en invierno, pero apenas participó en tres encuentros y 55 minutos.
Tampoco volvió a encontrar su nivel Salva Sevilla, para quien el Deportivo fue el punto y final de su carrera. El mediocentro llegaba de ascender a Primera División con el Alavés, aunque una lesión que arrastró durante el verano le había impedido celebrarlo vestido de corto. Idiakez dio a Salva oportunidades de todo tipo, pero el almeriense no encontró nunca la quinta marcha que la idea del vasco exigía para con los pivotes del equipo. Con 1.200 minutos pero un protagonismo menguante acabó diciendo adiós al Deportivo tras acabar contrato y, meses después, al fútbol.
En activo sigue Berto Cayarga, que trata de relanzar su carrera en Primera Federación. Después de ser ciertamente importante con el Cartagena en Segunda, el asturiano decidió dar un paso atrás en cuanto a categoría ante la atractiva del Deportivo. Sin embargo, la situación le sobrepasó. Tímido casi cada vez que saltó al césped, acabó teniendo un papel futbolísticamente residual, con algo más de 400 minutos. Su importante rol en el vestuario no fue suficiente como para ganarse la continuidad y, al igual que Valcarce y Sevilla, acabó rescindiendo.
Otro que salió después de acordarlo con el club fue Paris Adot. El lateral navarro fue una de las primeras incorporaciones de Soriano. En la primera vuelta, cumplió con creces. Sobre todo teniendo en cuenta que forzó físicamente para que el equipo no notase la ausencia de Ximo Navarro. Lo pagó en la segunda, cuando su cuerpo y el nivelazo del andaluz le condujeron a algo parecido al ostracismo.
Si con Paris el club tuvo que negociar su salida, quien decidió irse para colgar las botas fue Mikel Balenziaga. El lateral vasco llegó con un rol de futbolista importante y, aunque con limitaciones, acabó solventando la papeleta en el lateral zurdo. El ex del Athletic no se veía compitiendo más. Y menos, con la exigencia de una Segunda División.
Con la baja de Balenziaga y la salida de Luis Quintero después de acabar su poco fructífera cesión de invierno, el Deportivo alcanzó las seis bajas, hablando exclusivamente de jugadores que se habían incorporado al club una temporada antes. Un año más duró Hugo Rama, que hizo valer su contrato y buscó ganarse un hueco en Segunda División cuando ya en Primera Federación le había costado.
No lo consiguió en su reválida el de Oroso, aunque el Deportivo valoró renovarle hasta el último momento. Después de pasar por la cantera, el coruñés logró su sueño de vestir la camiseta del primer equipo deportivista y formar parte de la plantilla que devolvió al club al fútbol profesional. Para su memoria quedan 44 presencias en liga y algo más de 1.500 minutos.
De entre los que todavía continuaban vinculados al Deportivo, Rama era el único futbolista incorporado en el último año en el ‘barro’ que acababa contrato este verano. Pese a ello, el club tenía muy claro que debía sacarse de encima a otros futbolistas aprovechando que su contrato expiraba pronto. En esa tesitura se encontraban Pablo Vázquez e Iván Barbero.
Ambos resultaron absolutamente determinantes para el ascenso a Segunda. Sin embargo, después de un primer curso en la categoría de plata, la entidad entendió que ambos eran futbolistas no solo prescindibles, sino con los que poder hacer caja y liberar espacio para nuevas incorporaciones.
Así, a Vázquez no le valió el hecho de ser el futbolista más utilizado en sus dos temporadas como blanquiazul. Tampoco Barbero pudo hacer pesar su condición de goleador en el bronce y segundo artillero este curso, con siete dianas.
Mientras, para generar más hueco, el Deportivo ya ha empezado a emplear el ‘comodín’ que supone la adquisición del Penafiel portugués por parte de su presidente, Juan Carlos Escotet. Esa camino hacia el sur ya lo han tomado en forma de traspaso Iano Simao y Raúl Alcaina, incorporados ambos al primer equipo en el mercado invernal de la temporada 2023-24. Uno, previo pago al Alcoyano. El otro, ascendido desde el Fabril.
Con sus salidas y la de un Pablo Muñoz que apenas dispuso de 20 minutos en liga el primer curso, el Deportivo ha transformado ya en 12 bajas las 17 incorporaciones de su último curso en Primera RFEF, a expensas de ver qué sucede con los citados Puerto y Davo.
Si para contar a los futbolistas consolidados a día de hoy en el club que llegaron en la campaña 2023-24 sobran los dedos de una mano —Parreño, Ximo, Jurado y, tras salir cedio, Chacón—, lo mismo sucede con los fichajes del pasado curso. Por el momento, el Deportivo tan solo ha dado salida a los futbolistas cedidos. Con Obrador se pretendía ampliar el vínculo de alguna forma pero resultó imposible. Mientras, Tosic cumplió su papel de lateral de emergencia y Gauto no rindió como se esperaba.
Sin embargo, esa ausencia de movimientos no quiere decir que todos los jugadores que llegaron el pasado verano o en invierno tengan plaza seguro en el Deportivo 2025-26. Más bien al contrario. De hecho, se podría asegurar que tan solo Helton Leite, Sergio Escudero y Zakaria Eddahchouri tienen garantizado —asumiendo que esta palabra, en el fútbol, no supone una garantía total— continuar.
Petxarroman, Patiño, Genreau, Diego Gómez y Bouldini tendrán que convencer a Hidalgo, aunque en algunos casos existe el condicionante añadido de la dificultad para encontrarles salida. Mientras, Nuke Mfulu y Cristian Herrera tienen la puerta de salida abierta. Todos llegaron hace menos de un año, pero el Deportivo no espera a nadie.