Entró en la Redacción con una sonrisa en la cara. Le gustan ese tipo de entornos a Tomás Guasch (Barcelona, 1953), que estuvo este jueves en A Coruña para dar una clase en el Máster de Comunicación Deportiva de Aventi y PEStudio, pero antes pasó por DXT Campeón para hablar de fútbol, de periodismo y, en definitiva, de la vida.
Estuvo en El Mundo Deportivo en una época mítica. Era uno de los periódicos que mejores firmas tenía.
Cuando trabajaba en allí, no se hacía un informativo de deportes en RTVE, que era la única televisión de entonces, sin leer el El Mundo Deportivo. Había una seccion que era “Última Hora” y yo recuerdo que el director, Juan José Castillo, que hablaba francés y se quedaba a escuchar por Radio Montecarlo los combates de Carlos Monzón, con un cigarrillo al que tardaba mucho en caérsele la ceniza. Después llevaba todas las camisas quemadas y porque su mujer le amenazó y le dijo que no le compraría más camisas... Este hombre hacía asalto por asalto un breve comentario de lo que había sido el combate y al día siguiente estaba allí. La NBA, La Vanguardia la despreciaba. Él nos hacía bajar a coger los resultados. En aquellas épocas pensabas que a quién le interesaría Phoenix o Los Ángeles Lakers... Aquel señor popularizó el tenis en España. Hizo popular la muletilla “¡entró, entró!”, cuando la bola entraba junto a la línea. Era todo un periódico más artesanal. Había verdaderos especialistas en la Redacción de todo, de motor, de judo, de baloncesto…
Aquel periódico no solo tenía una vocación polideportiva sino que en sus páginas no se primaba el monocultivo de un equipo.
No, no. Mira, cuento dos detalles. El Mundo Deportivo abría los martes (el lunes salía la Hoja del Lunes) con el equipo de Barcelona que había jugado en casa. Si el Espanyol jugaba en casa, las primeras páginas eran para el Espanyol, y al fin de semana siguiente, el Barcelona. Y después, no se hacía un periodismo antimadridista. Hubo una portada que fue un Barça 3-1 Real Madrid, el Barça de Cruyff. El Real Madrid hubiera ganado en cualquier campo del mundo menos en el del Barcelona, que fue una cosa de locos. La portada fue algo así como “Apoteosis en el Camp Nou, un Barça fantástico se impone a un colosal Real Madrid”. Ahora el que escriba "colosal Real Madrid" en la prensa de Barcelona está fusilado. Castillo tenía una frase mítica que decía: "Nosotros somos barcelonistas, no somos culés".
¿Castillo era del Barça?
Sí. Pero le tenía una gran estima al Espanyol. Era una época en la que los directivos del Espanyol eran socios del Barça y viceversa. Era una cuestión de que el roce hacía el cariño.
¿Qué ha perdido el periodismo con la polarización?
Todas las polarizaciones son malísimas. A mí siempre me dicen “es que tú te ríes”, pero es que solo te puedes reír. Esto es para pasarlo bien.
El fútbol es la cosa más importante de las menos importantes.
Sin duda. A mí me molesta espantosamente que no sea así. Yo viví un Espanyol-Sporting de Gijón en Cornellá en el que no dejaron entrar a la afición del Sporting con su camiseta. Hace años, ¿eh?. Estaban los Mossos D'Escuadra y yo le pregunté a uno cuál era el litigio que tenía el Espanyol con el Sporting. Encima en Cornellá los tienen enjaulados. Eso hace suponer que si voy a El Molinón, yo no puedo ir con mi camiseta. A mí eso me pone muy nervioso. El fútbol hay que tomárselo bastante a coña.
Ahora no dejan acceder a los deportistas para hacer información.
Esto ha evolucionado y ahora hay mucho chaval joven muy bien informado que explica el partido. Y yo eso ya lo estoy viendo. Explican el juego magnífico, pero son las cinco de la tarde de un domingo y yo no quiero leer un jeroglífico. Esa es la única vía que dejan, porque es la única manera que hay de que los clubes no te metan mano. Cuando yo empiezo en el As en la delegación de Barcelona, a las diez de la mañana me llamaba un tío desde Madrid y me preguntaba “¿Qué hay del Espanyol?”. Y yo le decía: “Mira, el Espanyol no sé si sigue existiendo, qué coño voy a saber lo que hay del Espanyol a las diez de la mañana”. No lo sabía porque yo tenía claro que me tenía que ir al campo y allí me movía. Mis compañeros hacían lo mismo, y sacábamos la información. Había un ejercicio periodístico, tú cogías en los años 80 o 90 el Sport, el Mundo Deportivo, el As y el Marca y la única información que coincidía era que fulano se había lesionado. Eso pasaba porque yo iba a hacer lo que yo había pensado, y los otros lo suyo. Entonces yo sacaba una entrevista cojonuda con Schuster y tú con Maradona.
Había un ejercicio periodístico, tú cogías en los años 80 o 90 el Sport, el Mundo Deportivo, el As y el Marca y la única información que coincidía era que fulano se había lesionado.
Los gabinetes de prensa incluso dan ahora el mismo jugador el mismo día para varios medios.
Sí. Me hubiera encantado que me hubiesen hecho jefe de prensa de un club. Yo duraba 48 horas. Hubiese metido a los periodistas en el vestuario cuando todos estuviesen en pelotas. Les diría: "Nenes, todos para dentro". Me hubieran echado, claro. Me irrita mucho porque los jefes de prensa son periodistas. Es gente que ha cambiado de lado. ¿Pero para qué lo han hecho, para matarme? Literalmente. Me dan ganas de decirles: "Pero nene, ¿Tú no te acuerdas cuando estabas de este lado o qué?
¿Por qué se blindan tanto los clubes?
Porque hay un recelo mayor de la prensa y encima intervienen los representantes. Piensan que cuanto más blindado esté el jugador, mejor le va a ir, que sí yo los llamo es porque me quiero aprovechar de ellos. Yo dejé de ir al Camp Nou un día que Villa metió tres goles y salió a hablar Pinto, el portero suplente. Me fui al jefe de prensa del Barça y le dije: “Dame un beso, chato, que yo cuando me despido de la gente, me gusta besarla. No me vas a ver más”. Me dijo que Villa tenía un problema. ¿Pero qué problema iba a tener? Me preocupé al día siguiente por saber si Villa tenía algún problema y no tenía ninguno. Hay una teoría y es que esto se empieza a encabronar cuando en las teles les ponen el micrófono y les graban, porque dicen cosas y que tal y cual. Yo vengo de entrenamientos en los que me ha pasado la pelota Cruyff.
En un partido de la prensa en Abegondo se asomó Djalminha y recordó el nivel de los futbolistas durante mes.
Claro. ¡Que yo he estado con Cruyff, con Luis Aragonés…! ¿A mí se me ha ocurrido ir a casa de Kameni, el portero del Espanyol, a las doce de la noche porque tengo un programa de radio? No. Ellos utilizan eso de “es que no respetais”. Yo si tengo un problema contigo, lo hablo. Un día llegué a la ciudad deportiva del Espanyol y habían puesto un muro. Antes era delicioso porque estaban allí los jubilados que iban a jugar al dominó por la mañana y se tomaban un café y un lingotazo. Salían los jugadores y ellos les decían: “Tamudo, que gol fallaste el domingo” y él les contestaba: “El domingo ven tú”. Ahora eso ya no lo hay. ¡Pero si eso era la vida!. Esto del fútbol es reírse y pasarlo bien, déjense de dramas. Si usted la ha cagado este año, no se preocupe porque en agosto empieza otra Liga, Déjese de coñas marineras. Era mucho más fácil trabajar antes porque había acceso a la vivencia, a la historia…
Esto del fútbol es reírse y pasarlo bien, déjense de dramas.
Ahora no hay acceso a nada.
En El Mundo Deportivo de la época había una tradición que era ir a recibir al visitante y hacer una información. Yo iba al hotel y he llegado a subir a la habitación de Di Stéfano, el entrenador del Valencia. En aquel momento estaba yo solo y me dijo: "Espera, que me meo”. Y yo le dije que esperaba. “Sube, sube”, me dijo él. Le comenté que era para una charla e hicimos dos páginas, porque además él tenía un carácter peculiar. Yo le entré muy bien siempre. Él sentado en la cama y yo en el sofá de al lado, como si lo estuviese viendo ahora. Los jugadores se paraban también...
En las Redacciones de antes había más vida.
Es que eso no puede ser. Es una de las cosas que echan a perder esto. Me acuerdo que los mayores me decían: “Lo que puedas decir en diez líneas no lo digas en veinte”. Entonces acababa una página y había una especie de consigna de que la leyese alguien. Era un aprendizaje. Recuerdo haber entrado allí y a los dos años, era como si hubiese hecho siete veces una carrera universitaria. Lo que yo aprendí y le recomiendo siempre a los chavales jóvenes es que escuchen. ¡Escuchad, jodíos! Cuando estás hablando con un tipo o una tipa que seguramente tenga el doble de experiencia que tú, tienes que escuchar, porque de lo que te esté diciendo te va a enseñar.
¿Cuál es el primer Deportivo que recuerda?
Mi primer Deportivo… Amancio, Veloso y esta gente. Recuerdo el cabreo de mi padre, que era un buen culé, cuando el Madrid fichó a Amancio. Recuerdo perfectamente ese Dépor. Pero el primer equipo gallego que me marcó y que me lo hizo pasar muy bien y reirme mucho fue el Pontevedra, porque ganó en el Camp Nou 0-1 y yo que era un niño le había advertido a los mayores que el Pontevedra era un buen equipo y me dijeron que baaaah. Y va y hace un gol Neme y yo saco pecho. Eso lo conté un día en la radio y llegaron mensajes de Pontevedra. Me sé de memoria el equipo entero del hai que roelo.
¿Cómo evoluciona su relación con el Dépor?
Yo es que tengo una especie de cariño a los que considero que son la familia, entonces me jode ver al Dépor mal, como ver al Zaragoza o al Málaga, porque siempre los he tenido presente. Considero que han formado parte de mi infancia. Hay amigos míos madridistas que se vuelven locos cuando les digo que uno de los grandes disgustos fue cuando el Atleti pierde la primera Copa de Europa con aquel famoso gol de los alemanes. Yo tengo mis taras mentales, pero son muy mías, entonces, respetádmelas. Del Dépor me acuerdo un día que recibí una llamada y me dijeron: “Está usted citado a comer en Barcelona con el presidente Lendoiro". La comida fue indescriptible. Hubo un momento en el que le dije: “¿Usted pretende matarnos?”. Dicen los del Atleti que pelear con el Madrid y el Barça es muy complicado. Pero era el Dépor, ¿eh?. Y estos tíos, Bebeto, Mauro Silva, jugaban en Brasil eh. No era el Vinícius de turno, ni Rodrygo, que son críos.
¿Cuál fue el jugador que más le impactó?
Lo de Djalminha a mí me parecía una cosa de locos. Pero Amancio en el Superdépor hubiera jugado, titular además. Mauro Silva y Fran me parecían una cosa espectacular.
¿A cuál rescataría para liderar el Dépor de ahora?
A Amancio. Yo tengo muchas peleas porque cuando hablamos del mejor jugador español de la historia me dicen Xavi, Iniesta… Para mí el mejor jugador español es Raúl, porque juega en el área. El gallego salía con el siete a la espalda y te hacía todo lo que quería y 30 goles. Durante mucho tiempo siempre dijimos que el fútbol español eran Luis Suárez y Amancio.
¿Vio jugar a Luis Suárez?
Poco. Pero era tremendo. Luisito Suárez era una cosa de locos. Se va del Barcelona al Inter en la época en la que ellos eran los fundadores del catenaccio. Se decía “¡qué buenos defensas!”, pero no, no, lo que usted ha fichado son buenos futbolistas, no defiende ninguno. ¿Dónde hay un Naybet para fichar?
A Naybet hasta que no se centró le cayeron muchas.
Pero era un defensa. ¿Dónde hay un Camacho? Además pasa la pelota bien, entonces cojonudo. Que bueno, eso es como el tema de los porteros... "Juega bien con los pies". Ya. ¿Y con las manos?
Esta semana se cumplieron 25 años de la liga del Dépor.
Es uno de los días que más me he divertido, el día del alirón. Vine a hacer el partido, llegué por la mañana y me fui al hotel del Espanyol. Salió el entrenador, Paco Flores, y me dijo: “Están con bufandas hasta los perros”. Fuimos a dar una vuelta. La gente nos miraba con cara asesina y me decía Paco: “Yo creo que nos miran mal, pobrecicos, estarán asustados”. Y le dije: “Pero si ya saben lo que va a pasar”, y me respondió: “Y tanto que lo saben”. Porque te recuerdo que si el Barça ganaba al Celta y el Espanyol ganaba en Riazor, era campeón el Barça. Si miras el partido, al poco de empezar hay un córner. Si te lo pones, ves que en ese córner no saltó nadie del Espanyol. Y gol de cabeza. Acabó el partido y salió el autocar del Espanyol y la gente les aplaudía. Lendoiro decía que el Espanyol estaba primado, pero que diga Lendoiro lo que quiera, que la gente no es gilipollas. El pueblo no es gilipollas.