Una odisea de diez años, con vaivenes constantes y un naufragio que, si bien no vio directamente ante sus ojos, sí le surcó por la mente en los peores momentos. Javier Fernández Abruñedo, conocido como ‘Bicho’ en el mundo del balompié, vuelve al punto de partida. Ese en el que arrancó su carrera en la élite 12 años atrás y que pisó por última vez hace diez temporadas.
El centrocampista de Sada y canterano del Deportivo regresará el próximo curso a Segunda División con la Cultural Leonesa. Y lo cierto es que Bicho se ha ganado a pulso el retorno. Porque el coruñés ha tenido que picar piedra durante diez largos cursos para volver a sentirse jugador de plata, categoría a la que regresará después de lograr el ascenso en el campo y renovar en las últimas horas por una temporada más.
Bicho ha sido prácticamente indiscutible este curso con la Cultural Leonesa, el equipo dominador del Grupo 1 pese a que tuvo que esperar a la última jornada para certificar el salto de categoría. 36 partidos jugados, 26 de ellos como titular, y más de 2.150 minutos avalan la hoja de registro del sadense en su segunda campaña en el Reino de León.
A sus 29 años, Bicho ha encontrado la estabilidad necesaria para volver a brillar. De nuevo cerca de casa, su lugar seguro para sentirse pleno personal y, por lo tanto, futbolísticamente.
El zurdo surgió como un fino mediapunta al que Fernando Vázquez dio la oportunidad de debutar siendo todavía juvenil de segundo año, en un contexto en el que el primer equipo estaba en plena construcción. Aquel 17 de agosto de 2013 en Las Palmas, Bicho se estrenó con 17 primaveras en la categoría de plata. Fue un debut casi testimonial, al que prosiguieron cinco encuentros más en liga, uno de ellos como titular.
El Dépor acabó ascendiendo y Bicho entendió que si en Segunda le había costado asomarse, en Primera lo tendría casi imposible. Por eso decidió culminar su etapa de formación en La Masía.
A través de una cesión que iba para bianual, Bicho abandonó por primera vez A Coruña en el verano de 2014. Lo hizo para asentarse en Segunda, pero en el Barça Atlètic apenas superó los 580 minutos, repartidos en 18 participaciones. Eusebio confió en él. Jordi Vinyals, su sustituto en el banco, no tanto.
Así, con el descenso del equipo blaugrana ya consumado, entre ambos clubes y el jugador convinieron que lo mejor era cortar el préstamo tras ese primer año. Con el Deportivo todavía en la máxima categoría, Bicho volvió a buscar acomodo de nuevo en el escalón inferior. Lo encontró en Leganés, en la que fue una de las peores decisiones de su carrera. Porque en Butarque coincidió con un Asier Garitano que no le dio ni bola.
Bicho no llegó a debutar en un equipo que, finalmente, acabó ascendiendo a Primera. Por aquel entonces, el de Sada ya se buscaba las habichuelas en Santiago. En enero de 2015 regresó a Galicia. Por primera vez en Segunda B, pero al calor del hogar y de un técnico como Fredi Álvarez que en solo media temporada le devolvió la confianza.
Todavía vinculado al Deportivo y con 20 años recién cumplidos, el centrocampista concretó su cuarta cesión recalando en el Racing de Ferrol. En A Malata tuvo por fin oportunidades, por lo que el Dépor apostó por contar con él en su regreso a Segunda B. Bicho volvía a Abegondo. Para el filial, pero con un ojo puesto en el primer equipo, que afrontaba la que sería su última temporada en Primera hasta la fecha.
Sin embargo, en un Fabril de enorme talento y que se acabó clasificando para el playoff a Segunda -a pesar de no poder ascender al darse el descenso del primer equipo-, la falta de continuidad volvió a cruzarse en la carrera del sadense. Primero fue un problema de hombro que en octubre de 2017 le obligó a pasar por el quirófano. La recuperación se alargó y luego, otras lesiones musculares aparecieron para provocar que tan solo jugase 21 encuentros en dos temporadas.
Terminó el contrato con el Dépor y tocó fondo. En el verano del 2019, Bicho se veía a punto de cumplir los 24 años sin equipo ni representante, pues rompió con él ante la desconfianza que le generó lo poco que se interesaba por su situación. El mercado cerró y el sadense tuvo que recurrir al Boiro, donde Luis Santiago -su entrenador en las inferiores de la selección gallega- le abrió las puertas de Barraña para que se mantuviese en forma entrenando.
"Llegó la famosa criba: desaparecieron quienes solo estaban por interés. Acabó el mercado. Se repetían situaciones incómodas. Y sigo buscando, con 23 años, en cualquier parte. Ahora, mientras espero, prefiero la noche. Cuando nadie pregunta dónde voy a jugar", reconoció en una carta abierta publicada en La Voz de Galicia en septiembre del 2019.
Tras dos años muy oscuros en los que la retirada fue un pensamiento recurrente, Manuel Castiñeiras y Yago Iglesias le reclutaron para el Compostela. Era enero del 2020 y Bicho tenía que asumir un nuevo paso atrás para volver a impulsarse. Para salir del círculo vicioso.
Pero en San Lázaro encontró la luz. Bicho era el futbolista ideal para Yago y Yago era el entrenador ideal para Bicho. Llegó la pandemia en lo que parecía un nuevo frenazo. Pero el fútbol acabó regresando y con él llegó el retorno del Compos a Segunda B. Con Bicho a los mandos. De este modo, en la campaña 2020-21, el sadense pudo regresar a Riazor con el primer equipo del Dépor jugando... y él como visitante y vencedor.
El equipo santiagués no pudo acceder a Primera Federación, pero sí evitó con solvencia el regreso a Tercera. El objetivo estaba cumplido y muchas de sus piezas, en el escaparate. Entre ellas un Bicho que con 25 años decidió superar otro trauma y volver a buscarse las habichuelas fuera.
En San Fernando fue feliz dos temporadas, hasta que la Cultural le reclutó y le permitió volver, al menos, a la frontera gallega. Tras un primer curso a las puertas del playoff, a la segunda llegó el ascenso a Segunda. El regreso al fútbol profesional tras una larga odisea que pudo quedarse a medio camino, pero ha acabado en tierra firme de plata.