“No me imagino lo que será cuando el Depor vuelva a Primera División, porque ahora mismo para nosotros cualquier triunfo es…”, expresa el joven Adrià Ortega. A sus 22 años, este aficionado nunca había tenido la oportundad de pisar A Coruña y el equipo no le ha dado prácticamente alegrías, pero afirma que su sentimiento blanquiazul no hace más que crecer.
Adrià nació en Montmeló (Barcelona) y cursa el grado en Relaciones Públicas, Publicidad y Marketing. Intentó aprovechar sus estudios para embarcarse en un programa de intercambio para universitarios que le trajese a la ciudad herculina, pero no fue posible. El pasado fin de semana, por fin, hizo su primera aparición en la ciudad.
Aunque ha vivido siempre en Montmeló, su afición por el Depor tiene una semilla, sus abuelos, naturales de Melide y Fisterra respectivamente. De jóvenes emigraron, como tantos gallegos de la época.
“No es que mi abuelo fuera excesivamente futbolero”, afirma Adrià, que sin embargo explica que la procedencia de sus antepasados influyó en que le picara la “curiosidad” de ese equipo de A Coruña.
“Lo que más me llama la atención es el sentimiento deportivista que tiene la gente en Coruña. Todo el mundo rema a una”, asegura el aficionado, que vivió el Depor-Alcorcón en un fin de semana marcado por los homenajes a Arsenio.
Viaje relámpago
Apenas ha estado 24 horas en la ciudad, pero le bastaron para vivenciar el momento por el que pasa la afición: apasionada a la hora de acudir a Riazor, pero habitualmente decepcionada por los resultados.
El joven, pese a todo, mantiene un discurso optimista: “No todo es ganar. El sentimiento mueve montañas y los de mi edad sabemos que el Depor va a ser siempre el Depor, por mucho que los resultados no acompañen. Tarde o temprano algo bueno va a suceder”.
A pesar de que ve el ascenso directo muy complicado, entiende que el equipo sí puede conseguir el objetivo en los playoffs. “El Depor dominó y mostró un nivel de juego superior al de los últimos paridos”, cuenta tras ver el partido ante el conjunto alfarero.
Una fase de ascenso a la que no descarta acudir. “Una vez que rompes la veda se te queda el ‘mono’ enganchado al cuerpo. Volveré cuando pueda por estudios”, promete el aficionado.
Tenía que ser en Riazor
Adrià explica también que nunca había visto en directo al Depor. Una decisión meditada, ya que quería que su primera vez fuera especial. “No he vivido ningún partido porque no he querido. El primero tenía que ser en Riazor, algo especial notando la fuerza de todos los deportivistas para aumentar el sentimiento”, manifiesta.
Las decepciones, como Mallorca (“por el resultado de la ida”) o Albacete en Riazor (“estaba todo de cara para ascender y no se dio”) están ahí, pero sigue con las mismas o más ganas de animar a su equipo.
Entre todos los homenajes a Arsenio se queda con la despedida de Mauro Silva. “Que un jugador sea capaz de transmitir tanto en algo frío como una red social muestra quien era para los jugadores y el trato que les daba”, explica.
“Los de mi edad no necesitamos haber visto al Superdepor para valorar su figura. Era un hombre humilde que hizo soñar a los deportivistas con cosas que paracían imposibles para ellos”, finaliza su recuerdo, una muestra más de que 'el brujo' trascendió a distintas generaciones.
