Recientemente hizo un año que fue nombrado presidente de la UEFA el esloveno Aleksander Ceferin, después del vacío provocado en la institución europea por los problemas en los que se había metido el francés Michel Platini. Diferentes notas de prensa, hechas públicas por el máximo organismo futbolístico del continente y adjudicándole a su presidente determinadas declaraciones, ha puesto en el foco de la actualidad al casi recién llegado dirigente.
Lo primero que nos ha llamado la atención de lo dicho por Ceferin ha sido esa pretensión de igualar “cuanto más mejor” a todos los clubes europeos, declaraciones que se producen cuando más notorias son las distancias entre unos y otros y cuando las fases iniciales de la “Champions League” se resuelven más pronto que nunca debido a la diferencia entre los “grandes” y el resto de los equipos, alguno de los cuales todavía gozan de buen nombre debido a su brillante historia pero que en la actualidad no tienen un nivel de competitividad reseñable.
Ceferin no ha adelantado cómo pretende igualar el fútbol, aunque con el anuncio de la nueva competición de selecciones –que se hará a mediados del próximo mes de octubre- seguramente pensará que así los jugadores de los equipos fuertes que más acudan a la convocatoria de las selecciones se cansarán antes. De otra forma es inexplicable la puesta en marcha de otra competición oficial, que viene a sobrecargar un calendario ya de por sí saturado, y cuyo objetivo final no es otro que el de contentar a la mayoría de federaciones posible y sacar más dinero todavía de las televisiones.
En esta nueva competición, que será oficial, participarán las 55 naciones que pertenecen a la UEFA y el objetivo, según sus dirigentes, es “suprimir los amistosos porque no están aportando la competencia deportiva adecuada”.
Por si alguien se había quejado de lo apretado y duro del calentario, 'toma dos tazas'
Esta competición, por si no han oído hablar de ella, se denominada “UEFA Nations League”, nombre que no hace falta traducir. Consiste en la distribución de todas las federaciones europeas en cuatro grupos, según los coeficientes actuales de cada una, con partidos a ida y vuelta y ascensos y descensos.
Los ganadores irán a una fase final y los últimos bajarán a la inmediata categoría inferior. Ya está todo preparado porque el sorteo está señalado para el día 24 de enero de 2018 en Lausana y la disputa de la fase final para junio de 2019. El torneo contará también con algunas prebendas, como la posibilidad de acceder directamente a la fase final de la Eurocopa, según algunas condiciones.
Y con toda la desfachatez del mundo, la UEFA apunta que esta otra competición no exigirá mayores esfuerzos a clubes y jugadores y dice también que no es una cuestión de dinero, pero se reserva todos los derechos de ingresos y reparto. Por si alguien se había quejado de lo apretado y duro del calendario, “toma dos tazas”.
Hilando con todo esto, y en la línea de hipocresía que marca desde hace muchos años la UEFA, el presidente Ceferin recuerda su victoria de hace un año y dice que “no la encajé bien. Me tuve que ausentar para digerir la victoria”. Y para rematar su aparición ante la prensa, con motivo de este aniversario, el esloveno se manifestó proclive a la limitación de tiempo de los cargos directivos. “Soy partidario de que nadie sobrepase tres mandatos de cuatro años en cada puesto”, algo que queda muy bien, pero desde que era aspirante a la presidencia ya ha aumentado un mandato y, lo principal, todavía no ha tomado ni una sola medida encaminada en esa dirección. O sea, Ceferin promete ser, por lo que deja entrever, uno más de los dirigentes que pasan por la dirección del fútbol europeo, todos ellos de nefasto recuerdo.
