Hay la creencia de que lo que le ocurre al Depor en los inicios de los encuentros que protagoniza no es muy normal. Parece que los que seguimos a los blanquiazules estamos condenados a mirar de reojo los partidos que disputan Leganés, Sporting, Osasuna y Granada. Un alivio ver que los cuatro, de momento, son incapaces de saldar sus duelos de forma positiva. De lo contrario, andaríamos con el agua al cuello por méritos propios.
También hay unanimidad en que, a la vista del potencial del plantel coruñés, se tiene la esperanza de que hay argumentos suficientes para no andar sobre el alambre. Lo cierto es que ya va siendo hora de que Gaizka Garitano se ponga las pilas o se las enchufe a sus jugadores. ¿Cómo es posible que en el duelo de Eibar, con la exigencia que tiene dicho enfrentamiento en Ipurúa, te calcen dos goles en menos de quince minutos? Inexplicable. Insisto en que el entrenador no es el que está en el terreno de juego, que son los futbolistas los primeros culpables.
Veremos si el club va a tener que intervenir también en esto como ya hizo cuando nadie se explicaba la ausencia de Emre Çolack en el equipo, entre otras cosas... ¿Cómo? Pues a lo mejor en Abegondo, tras el entrenamiento diario, habrá que dedicar un tiempo a la meditación. Bien con la contratación de un psicólogo o uno de esos monjes budistas. El caso es espabilar y saltar al campo sin la `empanada', ayudaría a que el deportivismo no deseara el mal ajeno. A los colistas... pobres.
