A nadie le puede sorprender el cese de Pepe Mel. En el final del pasado curso ya había voces que entendían que no debería haber continuado. Ya saben, el asunto de que una temporada que acaba mal suele empezar mal, con los mismos problemas que la anterior.
Siguiendo uno de esos axiomas, de esas ‘máximas’ del fútbol, se cumplió a rajatabla. Final malo y mal comienzo. El equipo nunca ha competido como se esperaba, no ha crecido, no ha dado un paso adelante, y con una plantilla que, presumiblemente, es mejor que en los últimos cursos, se acabó la paciencia.
Así pues, el fútbol devora a Pepe Mel, pero se lo come con bastante justicia, porque no ha sabido sacar lo mejor de sus hombres para que la tranquilidad fuese, por fin, la bandera del deportivismo. La apuesta por Cristóbal se hace por muchas circunstancias y hay fe en que las cosas cambien para mejor. Para ello, el nuevo entrenador deberá sentar las bases de lo que quiere, del fútbol que pretende, de la filosofía que debe tener un equipo como el Deportivo.
Le deseamos todo lo mejor a Mel y esperamos que Cristóbal aproveche la oportunidad para estabilizar al club en el que nunca ha sido estable
Independientemente de que le deseamos a Mel todo lo mejor en el futuro, esperamos que Cristóbal aproveche la oportunidad, como hizo en el Fabril, para que el club, por fin, se estabilice en lo básico, en lo que nunca ha sido estable en los últimos años. Lo primordial.
