Es cierto que hay tres peores que el Depor. También lo es que los que somos optimistas por naturaleza pensamos en que el objetivo se cumplirá antes de tiempo, justo en el momento en el que el equipo comience a competir en todos los partidos durante los noventa y pico minutos que estos duran. No es menos cierto que cuando una temporada empieza con altibajos suele seguir así hasta el final, como en una especie de montaña rusa balompédica. Con rachas buenas y malas, como la actual.
Pero lo que no se puede permitir es jugar con fuego. Aun sabedores de que el Deportivo, por realidad económica, está en el puesto 'lógico' a nivel presupuestario y de tope salarial, lo que no tiene sentido es no aprovechar las ocasiones que se brindan de sacar puntos por falta de espíritu competitivo.
Eso es jugar con fuego y acercarse demasiado al precipicio. Por ello, el partido contra el Málaga es una nueva prueba más para los componentes del plantel blanquiazul, que en los últimos días reciben las lógicas críticas de prensa, afición, e incluso hacen autocrítica del mal momento que atraviesan desde que allá por agosto comenzó esta 'eternidad' de temporada.
Quedan siete partidos para enmendar la plana, que se dice en la prensa. Siete finales para que el sabor de boca, agrio, de los deportivistas mute en un poco más dulce. Para ello lo más importante es que se deje de jugar con fuego de una vez... O nos quemaremos.
