Acaba de llegar al Depor y su mensaje está plenamente identificado con el proyecto blanquiazul. Sabe que lo de los 22 millones de Hacienda, con sentencia 'suprema' la pasada semana, es un 'palo' para el futuro inmediato del equipo y que, de seguir en el club, no podrá pensar al menos de manera inminente en codearse con los clubes que luchan por Europa. No es que le dé igual, que no le da igual a nadie, pero asume que son contratiempos que podrían pasar, máxime en el Deportivo.
Tiene fe en sus jugadores, en su trabajo, y en ganar en Valencia, o por lo menos sacar algo positivo. Ya pensará en el Granada después de pasar por Mestalla. También espera conseguir la salvación cuanto antes para descanso de una afición que está hasta donde amargan los pepinos de unas temporadas durísimas; más que irregulares, peligrosas; sin hablar de temas económicos o sociales que el deportivismo ha llevado con la mejor de las sonrisas (y sigue haciéndolo).
Este fin de semana, aprovechando el parón liguero, Pepe Mel será protagonista en nuestras páginas, en las que hará un extenso repaso a sus primeros cinco partidos, expondrá sus deseos para los diez que quedan por delante y hablará de un mañana que, espera, sea ligado al Depor al menos durante unas temporadas. Todo ello es suficiente para que algunos en el club empiecen a olvidarse de Garitano y de lo que hubiera pasado si se hubiera ganado al Leganés. El pasado es historia.
