Para los que temían que al Bergantiños le podría afectar el vértigo de verse en puestos de fase de ascenso, para los que no creían que, después de llegar, no sería capaz de mantenerse. El Bergan no solo se mantiene sino que ha dado un golpe encima de la mesa con una victoria tan merecida como ajustada (1-0) ante el segundo mejor equipo de la liga: el Rápido de Bouzas. El ímpetu carballés en el segundo tiempo hizo olvidar un primer intervalo de fútbol rácano y aburrido.
Tal vez se trató de ese respeto que se tienen los equipos que comparten objetivos, ese tutear desde una distancia prudente. Bergantiños y Rápido de Bouzas arriesgaron y propusieron lo justo en la primera parte. El juego, directo del Rápido y sin riesgo del Bergan, fue malo. Ni siquiera hubo emoción. Solo un remate de cabeza de Iago López tras un saque de esquina botado por Jorge Sáez desde la derecha provocó el uy en la grada, poblada y colorida, de As Eiroas.
La lesión al final del primer tiempo de Tomás Comesaña, el grandote delantero que formó, de partida, pareja con Carnero, trastocó los planes de Patxi Salinas, que perdió a una de sus torres para dominar los balones aéreos.
VARIACIÓN
El Bergan le hizo mucho daño al Rápido cuando pasó a jugar con dos delanteros
La segunda mitad, más abierta, con el balón acariciando más el plástico de As Eiroas, fue más atractiva. Desde el 45 hasta el 93 el Bergantiños se mostró más entero, con un punto más de ritmo, en un aparente mejor estado físico, tanto que el campo parecía ligeramente inclinado hacia la portería de Diego García.
Pablo Carnero, el único alto de los delanteros aptos del Rápido, fue el segundo cambio de Patxi Salinas, que acabó jugando con Nando y Carlos Pereira, dos de los futbolistas más bajos de la plantilla, como pareja de delanteros. Se podría entender si el Rápido modificase su plan de ataque, pero no. Siguió jugando directo con balones aéreos y los centrales del Bergan, que en el primer tiempo se las tuvieron que ver con Carnero y Tomás, se frotaron las manos en la segunda mitad.
EXPLOSIÓN
Miguel Figueira, míster del Bergantiños, movió ligeramente sus piezas. Y dio resultado. Rodri Alonso, que salió de partida como extremo izquierdo, pasó a formar pareja con Nacho en la delantera; y Jorge Sáez se movió desde la mediapunta a la banda izquierda, aunque con libertad para soltarse en espacios interiores y, sin tener referencia defensiva, hacer diabluras como la pared con Iago Blanco para que el de Arteixo se plantase solo ante Diego García y disfrutase de una de las mejores ocasiones del partido.
Fue precisamente Iago Blanco el impresionante e impecable actor secundario en el único gol del partido. ¿De qué manera? Se sacó un golpeo con el exterior de su bota derecha con el que el balón cayó manso en el segundo palo, allí donde Rodri Alonso se permitió controlar ante la pasividad defensiva del Rápido y fusilar a Diego.
El gol en contra no agitó a un Rápido incapaz ante un Bergantiños mucho mejor plantado, con presencia en campo contrario tanto para atacar con velocidad o más pausa y con presencia en campo contrario para robar o para provocar el error del rival. El ímpetu le dio tres puntos más que merecidos al Bergantiños.
