El Mandeo agoniza. Casi sin agua, cada vez con menos peces. Sin salmones esta temporada en las cañas de los pescadores. Lleno de porquería en sus riberas, absolutamente sucio y plagado de combustible para el vil y cruel fuego sus bosques. Estamos dejando, entre todos, que el único río salmonero de la provincia de A Coruña se muera poco a poco. De poco ha servido lo invertido. Un centro de interpretación cerrado. Una guardería mal equipada que no escatima horas, aunque no las cobre, pero en definitiva sin recursos materiales y humanos. Unos usuarios de la zona que, a veces, dejan sus restos y desperdicios en el campo. Colillas, bolsas, cajas, latas, botellas. Esto es lo que estamos haciendo con el Mandeo. Secarlo y aniquilarlo. Poco importa –por lo que se ve– a las administraciones encargadas de cuidarlo y a no pocos de los que se acercan a ¿disfrutarlo o llenarlo de mierda?
Urge un plan para la recuperación del Mandeo, inmediato, inminente, con valor. Comenzando por la pesca y acabando por el turismo general. Sino, en unos años, la foto de arriba será solo un recuerdo y las de la izquierda ganarán la batalla.