Descubriendo a un gladiador moderno
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Descubriendo a un gladiador moderno

Descubriendo a un gladiador moderno
Imagen de Enrique Marín, participando en uno de los combates del evento AFL2, celebrado en Madrid. AFL, dirigida por Fran Montiel, es la promotora más importante en nuestro país en cuanto a artes marciales mixtas | ©Jeosm

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Hace algunas semanas, con motivo de un seminario de artes marciales mixtas promovido por el Graíño Team, Enrique Marín ‘Wasabi’ (Sevilla, 1986) nos visitó para impartir una ‘master class’. Pocas veces se tiene la oportunidad de conocer en primera persona a uno de esos colosos que saben lo que es luchar en un octógono de la UFC, y no podíamos desaprovechar la ocasión de reunirnos con él.

Como suele pasar en otros grandes deportistas, la pasión nace en la infancia. La diferencia frente a otros deportes tradicionales, es que aquí hablamos de una modalidad relativamente joven, que tuvo su apogeo en los años noventa. Enrique ‘Wasabi’ (apodo acuñado por sus amigos, que se ha convertido en su sello personal) explica que “De pequeño ya tenía afición por las artes marciales, me gustaban y me inicié con actividades de defensa personal, una mezcla de jiu jitsu tradicional y el Kickboxing. Pero tal y como sucedió a muchos otros aficionados de mi generación, un día cayó en mis manos una cinta VHS de las primeras ediciones del Ultimate Fighting Championship. Nos enamoraron las artes marciales mixtas porque eran justo lo que habíamos estado buscando, una combinación eficaz de diversas disciplinas para buscar realmente al mejor luchador.”

El interés por esa modalidad “multidisciplinar” chocaba contra una absoluta falta de información en nuestro país, que obligaba a investigar, a colonizar terreno desconocido y ser un autodidacta, buscando la forma de combinar las enseñanzas de diversas modalidades. Hoy asumimos que las MMA en nuestro país están aún viviendo su infancia, pendientes de alcanzar la madurez (un primer signo de ello sería albergar un evento de UFC en España), pero Enrique nos hace retroceder a la etapa casi prenatal: “Cuando empecé a competir, lo hice en lo que entonces llamaban ‘valetudo’, denominación algo grotesca con la que se definía a combinar kickboxing y jiu jitsu. Iba descubriendo cosas de aquí y allá, porque había muchísimo que aprender y en España no teníamos ni idea.”

Cuando alguien descubre la UFC, y ve por primera vez uno de sus combates, es divertido comprobar sus reacciones, combinando asombro, miedo y morbo. Enrique quita hierro al asunto e incluso va más allá, defendiendo valores que otros deportes no tienen: “Pelearse es natural, es primario, e incluso los antiguos griegos incluían al pankration en sus juegos olímpicos ¡es el germen de las actuales MMA! La diferencia entre animales y personas es que tenemos raciocinio, y por eso mi rival en un combate deja de serlo cuando termina. Es más, de los deportes de combate surgen grandes amistades (como también veo que pasa en el rugby, con su tercer tiempo institucionalizado). Dicho de forma coloquial: Las hostias unen. ¿Qué alguna vez puede haber mal rollo? Sí, pero en un porcentaje mínimo, sumamente inferior al de otros deportes. Voy más allá: ¿Usted quiere que su hijo aprenda valores como el respeto, educación, humildad? ¿Y para eso es bueno el fútbol, donde por rutina se engaña y menosprecia al árbitro? Además en la lucha tenemos otra ventaja: El deporte profesional no está enturbiado por la política.”.

 

Salto al profesionalismo
Tras haber completado la carrera de Magisterio, Enrique ejerció como profesor de primaria en nuestro país y en Holanda, manteniendo intacta una afición que desde hace unos tres años ha pasado a ser su modo de vida, dedicándose profesionalmente a las MMA y su gimnasio (Sutemi). El gran paso para ello fue haber sido seleccionado para participar en ‘The Ultimate Fighter’, una especie de reality show destinado a descubrir nuevos talentos en la lucha: “Mi solicitud fue admitida, y me llevaron a Las Vegas para hacer un casting, donde a lo largo de algo más de una semana, comprobaron las capacidades de peleadores llegados de un gran número de países, con pruebas físicas, técnicas, entrevistas personales, etc. De ahí salimos elegidos 16 concursantes, que pasamos a convivir, como los que van a Master Chef o Gran Hermano, con la diferencia de que aquí éramos atletas y el premio un contrato profesional. Llegué a la gran final (en la que me enfrenté al que era mi mejor amigo en la casa, y que hoy es mi hermano mexicano, Erick ‘Perry’ Montaño) y eso me abrió las puertas para debutar profesionalmente en la UFC.”

Hay gente más valiente que otra, pero miedo tenemos todos. El que no lo tiene está loco

Dada la violencia de los golpes, un profano podría pensar que la carrera deportiva de un luchador de MMA es forzosamente corta. O incluso barruntar, medio en serio medio en broma, que estos gladiadores no parecen tipos de los que hacen muchos planes para el futuro. Según Marín, la sangre derramada lleva a conclusiones equivocadas: “Nos cuidamos mucho, y de hecho hay casos de luchadores que han seguido compitiendo más allá de los cuarenta años, incluso brillando al máximo nivel y peleando campeonatos, como por ejemplo Randy Couture”.

 

¿La más efectiva?
Con el tiempo, todo se ha ido depurando, y evolucionando a técnicas más complejas y precisas. Las MMA son un tipo de lucha donde entran en juego diversas maneras de ganar, y eso exige conocer y dominar distintos métodos, sabiendo hacer rápidamente la transición de uno a otro. Consultamos a Enrique Marín qué disciplinas hay que dominar para ser competitivo en MMA, y él niega que haya una receta universal, válida para todo el mundo. Porque aparte de la imprescindible actitud, es necesaria una aptitud que puede manifestarse de diferentes formas y que debe canalizarse adecuadamente: “Las condiciones de cada uno definen cómo debe orientar sus esfuerzos. Es imposible ser un maestro en todo, por eso creo que hay que centrarse en perfeccionar aquellas facetas que por tu propia constitución son tu punto fuerte, y luego tratar de corregir tus carencias en las otras. Por eso, como cada persona es diferente, también lo es el estilo de lucha que más se le adapte. Ejemplo: Si no tienes flexibilidad para dar determinadas patadas, centrarse en el taekwondo sería tan absurdo como pensar que sólo a base de ensayar mucho vas a cantar como Pavarotti. Para eso necesitas tener una aptitud especial, no sólo actitud.

De los deportes de combate, o del rugby, surgen grandes amistades. Dicho de forma coloquial: Las hostias unen

Creo que básicamente un luchador de MMA necesita controlar tres facetas, el suelo, el clinch y el golpeo, y cada una se puede solventar por medio de diferentes ‘escuelas’. En el clinch o agarre, queremos provocar o prevenir derribos y para ello valdría el judo, la lucha sambo, grecorromana, etc. Combatiendo en el suelo, creo que lo más avanzado es el jiu jitsu brasileño, desarrollado en su día por Helio Gracie. Y para el golpeo con piernas y brazos puede ser útil el Muay Thai, Taekwondo o hasta el Karate. Además los puños son muy importantes, porque conectar una buena mano puede decidir una pelea, y la manera obvia de mejorar esa técnica es el boxeo”.

 

El factor mental
Entrar en una jaula octogonal, para enfrentarse a un oponente ante los ojos de una multitud, es algo difícil de afrontar, más allá incluso de cómo puedan transcurrir las cosas una vez empieza la pelea. Marín es claro al respecto: “Igual que en lo físico, es cuestión de aptitudes. Hay gente más valiente que otra, que es más insegura y debe trabajar un poco más ese campo. Porque ojo, miedo tenemos todos. El que no lo tiene está loco, con un cuadro delirante serio. A mí me ayudó un amigo que hace ‘coaching’. A veces lo más duro no es la pelea en sí, sino los factores externos que escapan a tu control, y suponen presión extra que debes aprender a asumir. ¿Ejemplos? El querer agradar a tu gente, a tu entrenador, al público. Sentir que necesitas ofrecer la mejor versión de ti mismo. Y luego está lo mediático. A mí me convirtieron de la noche a la mañana en la esperanza española en las MMA, con más popularidad de la que nunca había buscado. Eso genera entrevistas, vídeos, pero también haters y gente que te critica injustamente. Hay que vivir con todo eso y si no aprendes a asimilarlo, es bueno que te enseñen”.

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