El éxito de la selección española en la Liga de Naciones es el triunfo de Luis de la Fuente. El salto que se le demandaba dar a un técnico al que no servían los logros de su currículum en las categorías inferiores. Su falta de recorrido en la élite despertaba recelos que entierra con un título para el que tomó decisiones acertadas que asientan su proyecto.
De la Fuente se ha ganado ser el seleccionador de España en la Eurocopa 2024. Aunque nunca dejó de sentir la confianza del presidente de la Federación, Luis Rubiales, el técnico riojano sabía de la importancia vital que tendría para su figura una buena Liga de Naciones.
La derrota de Glasgow ante Escocia en la fase de clasificación de la Eurocopa (2-0), sus cambios masivos en el once o la oportunidad fallida a varios jugadores sin experiencia fueron decisiones que alimentaron la duda. De la Fuente, de 61 años, y con toda una vida dedicada al fútbol como para saber como funciona entre bambalinas, lo sostuvo todo.
La crítica dura de un país que vive instalado en extremos, el recelo de aquellos a los que sólo conquistaría a base de resultados. Es la obligación de aquellos perfiles alejados del marketing y el autobombo.
Y la respuesta de De la Fuente fue a base de trabajo. Si con la oportunidad de su vida con el nombramiento como seleccionador tras un mal Mundial 2022, le dedicaba horas, desde el batacazo ante Escocia las aumentó considerablemente con su equipo de trabajo.
“No descansa, siempre hay un aspecto más en el que quiere incidir. Lo quiere tener todo controlado para que el futbolista esté en el mejor hábitat posible para jugar liberado”, comenta una de las personas que más cerca trabajan en el día a día del seleccionador.
Cercano al jugador, con un mensaje que llega por el convencimiento que transmite y el entusiasmo. Un gran motivador. Vídeos cortos, conceptos claros, comunicación cercana. Paso a un lado cuando debe para que aparezcan líderes naturales. Como Rodri Hernández, el nuevo jefe natural del grupo. Como Dani Carvajal, con una charla repleta de emoción dejando el ego antes de una final en la que partía como suplente sin saber que el fútbol le tenía guardada la oportunidad de marcar el penalti decisivo para la conquista de un título. Un golpeo a lo Panenka que ya es historia.
En un perfil antagónico a Luis Enrique en cuanto al liderazgo que reparta De la Fuente. En fechas recientes era para el seleccionador, como una forma de intentar restar presión al futbolista. Sacando provecho del trabajo de su antecesor en cuanto a nombres, en un período de reconstrucción, pero aportando su sello.
España no renuncia a la posesión pero juega más directa, es más vertical, masca menos las jugadas. La consigna al portero es evitar el riesgo en inicio de jugada, balón en largo como primera opción si hay presión alta del rival. Una apuesta fija por un 9 puro y con varias opciones en el banquillo para que el dibujo no cambie cuando tenga que ser sustituido.
Y nombres que han ayudado al éxito. De la Fuente priorizó el presente a sembrar para el futuro. Recurrió a dos campeones a los que aún le queda fútbol de la ‘generación de oro’ para entregarles los dos carriles. El derecho para Jesús Navas, a sus 37 años, el izquierdo y el brazalete de capitán a Jordi Alba. La apuesta por acelerar la nacionalización de Le Normand. El regreso natural de Rodri al centro del campo para convertirse en el general de La Roja. El premio a los goles de Joselu Mato en LaLiga sin mirar el DNI.
Todo sumado a unas buenas lecturas de los dos partidos de la fase final de la Liga de Naciones.
Acertando en los cambios ante Italia en semifinales y repitiendo en la final frente a Croacia. España siempre mejoró y acabó mereciendo más que el rival. Lo logró en su primera cita y lo acarició en la segunda cuando le faltó puntería para evitar el factor fortuna de la tanda de penaltis. También trabajados por De la Fuente con sus jugadores desde que se inició la concentración.
“Los títulos dan barniz, pero a mí me preocupa el trabajo previo”, aseguró antes de su primera final con la absoluta. Y así se lo hizo a saber a los jugadores para liberarlos de presión antes de los penaltis.
“Para mí, pase lo que pase, ya sois campeones”, les dijo. Su España ya había demostrado que ha recuperado el gen competitivo y que, con trofeo o sin él, vuelve a sentir las opciones de volver a reinar.