E l deporte no ha escapado a la variante Ómicron pero sorprende la nula uniformidad de criterios que existe entre las diferentes federaciones deportivas con respecto al ‘modus operandi’. En función de la disciplina deportiva un brote puede variar por número de casos, en algunas no es hasta tres positivos cuando se considera, obligando al resto del equipo a competir si dan negativo el resto en test. Muchas veces no se especifica qué tipo de test, los clubes acuden a los de antígenos, más rápidos pero menos fiables y ya estamos viendo como luego las PCR arrojan resultados muy diferentes..
El deporte no quiere volver a pararse, en el caso del fútbol LaLiga ya ha endurecido su protocolo de actuación, pero cuando se van bajando escalones nos encontramos con que los equipos emprenden muchas veces una huida hacia adelante, huérfanos de protocolo o de ayudas de las federaciones para asumir los elevados costes de las PCR.
Sin una respuesta homogénea ante un enemigo común corremos el riesgo de volver a la casilla de salida, de cortar por lo sano, de cesar la actividad deportiva, de limitarla o de que esta tenga que pararse, después de un fin de semana en el que hemos visto muchísimas cancelaciones de encuentros en muchísimas disciplinas deportivas y ligas, tanto nacionales como extranjeras.
El deporte además de salud es entretenimiento, nos ayuda a evadirnos, a olvidar un poco el día a día, esa ‘nueva normalidad’, que no es normal y que ya es vieja, que llevamos más de un año arrastrando y que, en ocasiones, nos pesa como una losa. Gracias al deporte nos entretenemos, vibramos con nuestro equipo y cuando lo practicamos liberamos nuestra mente. Cuidarlo y protegerlo es cuidar nuestra salud, nuestro cuerpo y nuestra mente.
