Parto desde mi convicción por la igualdad de género, generada desde mis vivencias familiares. Me considero un representante más en la lucha por la erradicación de cualquier vínculo con la discriminación. Dicho esto, me gustaría, con la mejor de las intenciones, analizar la situación generada por la dimisión del técnico del primer equipo femenino del Liceo, Carlos Loureiro y motivada por su interpretación en la gestión interna del equipo. Apuntes desde varias vertientes, centraron la diana hacia la actual junta directiva del club coruñés. Principalmente, al no propiciar los desplazamientos lejanos en igualdad de condiciones que su homónimo masculino, es decir, en avión.
Hace unos días, el vicepresidente del club ‘verde’, señalaba en rueda de prensa, que la entidad tenía tres vías de financiación, patrocinios, socios y venta de entradas. Entendiendo que en estos momentos, de gran crisis, el panorama no era todo lo propicio para conseguir objetivos. Puntualizaba de forma paralela: “El equipo femenino era nuestra gran apuesta”, “Estamos haciendo lo posible para generar más ingresos. Queremos que compitan en las mejores condiciones todos los equipos del Club”.
Por su parte, el técnico remarcaba que no se iba por cuestiones económicas, que tras lograr el ascenso de categoría, la junta directiva no aportaba soluciones a las necesidades del equipo, centrando el debate en la fórmula de realizar los viajes y puntualizaciones del día a día. Dejando entrever una clara discriminación de género.
Escuchando a unos y a otros, señalo en primer lugar, con sus virtudes y sus defectos, la heroicidad que representa para cualquier ciudadano de a pie, hacerse cargo de la responsabilidad de integrarse en una junta directiva de una entidad como puede ser el Liceo.
Un meritorio paso, sin ningún tipo de remuneración y con innumerables variantes que pueden propiciar alteraciones en la vida personal. Puede haber habas negras, seguro, pero la gran mayoría pueden presumir de actitud honesta y sacrificada.
Conocedor de las interioridades de estas estructuras organizativas, una inmensa mayoría del deporte es así. Situaciones como la que expreso, se solventan arrimando el hombro, nunca escapando. Se hace paralelismo con el equipo masculino, entiendo que lo fácil es hacerlo así: ¿Pero es justo?. ¿La solución es hacer que el equipo masculino comience a desplazarse en furgoneta o autobús hasta Cataluña? La palabra ‘sentidiño’ es idónea para hacerle frente a estas reivindicaciones. Yo aquí no interpreto que exista una doble vara de medir. Simplemente es hacerle frente a un nuevo reto y en las actuales circunstancias, no resulta nada fácil.
Abandonando el barco no se logra el beneficio organizativo. La directiva está por la labor, dilapidarse no genera nuevas opciones, se necesita tiempo. Mientras a seguir remando, que no es poco.
Finalizo. Lamentable espectáculo el que nos están deparando las vivencias del Extremadura. Decisiones judiciales les permitió llegar hasta aquí. Su señoría debería justificar ahora su decisión de continuidad al principio de temporada. Como diría un buen amigo: “Todo esto es una ‘trapallada’”. Mientras, el Depor se sitúa un peldaño clasificatorio por encima del colectivo. Si me lo permite su técnico, decir que puede ser el momento de marcar distancias.
Como siempre un placer.