Nadie puede afirmar que le ha cogido por sorpresa la forma de ser del seleccionador español, ya que el más y el que menos conoce a Luis Enrique Martínez desde hace unos cuantos años cuando empezó vestido de corto en esto del balompié.
Ahora, en su faceta de entrenador, que es la que nos atañe, me recuerda al técnico portugués José Mourinho, que los días previos a un encuentro decisivo de su equipo pretendía restar presión a los miembros de la plantilla con una peculiar forma de actuar en sus intervenciones.
No entro a valorar los desplantes y las salidas de tono que el preparador de La Roja ha tenido en los últimos años, que han sido constantes, pero es evidente que él debería corresponder al respeto que se le tiene. A mí, como a otros muchos, lo único que me preocupa es si España gana, empata o pierde y cómo lo hace sobre el rectángulo de juego en sus partidos. Nada más.
Por cierto, si el preparador asturiano no fuese seleccionador este escrito no se publicaría, pero mientras esté en el puesto le prestaré la atención que merece dicho cargo. Después, adieu.
