A la par que han llegado ciertos cambios al fútbol moderno, también se incorporan nuevas polémicas y se revitalizan las viejas. Hablamos, naturalmente, de los minutos de descuento (que parecen una novedad) y de las pérdidas de tiempo de algunos jugadores, fingiendo lesiones que no tienen.
En toda la historia del fútbol ha habido multitud de partidos en los que se ha perdido mucho tiempo y en los que los árbitros no han aplicado el descuento debido. Ahora, unas declaraciones del entrenador chileno Mauricio Pellegrini –respaldadas por algún otro de sus colegas- han traído a la actualidad este asunto y ya se han aplicado añadidos de hasta diez minutos. Algo que no debiera sorprender pero que resultaría impensable hace pocas temporadas, salvo aquellas “inolvidables” prolongaciones de Japón Sevilla, al que todavía se recuerda después de varias décadas desde su retirada.
Es obvio que esto de los descuentos va a consolidarse y es justo que así sea, sobre todo porque los futbolistas cada vez perfeccionan más sus técnicas para perder el tiempo (por cierto, sin que ningún organismo disciplinario, tanto nacional como internacional, tome cartas en el asunto).
Incluso se han alzado algunas voces pidiendo el desarrollo de los partidos a reloj parado, si bien es cierto que es una corriente minoritaria de la cual no somos partidarios en absoluto, aun valorando que de cada partido se juega aproximadamente la mitad de tiempo efectivo. Ya hemos tratado también en esta columna el fingimiento de golpes y lesiones por parte de los futbolistas: les dan en el pecho y se llevan las manos a la cara, con el engaño como único objetivo. Antes lo llamaban picardía y colaba, pero ahora no suele hacerlo; la falsedad está bastante localizada porque, entre otras cosas, hay cámaras por todos los lados y es más fácil desenmascarar al mentiroso.
Eso sí, aprovechando que el comentario de hoy va de lo que va, les pediríamos a los árbitros un poco más de valentía a la hora de tomar ciertas decisiones que, en principio, podrían sonar demasiado drásticas pero que a la larga combatirían con eficacia el engaño en el fútbol y, de paso, beneficiarían su propia labor, aunque ahora no se lo crean. Desde luego, la tendencia tanto de la FIFA como de la UEFA con los colegiados es colocarles muchas escarapelas y que en los primeros tiempos de los partidos ocurra el menor número de incidentes posible.