Notable alto con asterisco
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17º-23º

Notable alto con asterisco

Notable alto con asterisco
El momento más duro de la temporada fue la derrota en casa contra el Granada con ‘match ball’ a favor para meterse en la final de los playoffs | patricia g. fraga

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Quedarse a solo tres victorias de la ACB es, para la mayoría de los equipos de la LEB Oro 2020/2021, de sobresaliente. Y de solo notable alto para uno de los considerados máximos favoritos por los rivales y los expertos. Un asterisco en un curso que prometía algo más de lo que acabó dando.


Y es que el Basquet Coruña no tenía el cartel de Claro Candidato por nada. Lo certificó en la primera fase y hasta el último partido de la segunda, donde la derrota en casa ante el Castelló le mandó del primer puesto –y la ventaja de campo en todos los playoffs– al cuarto. Superó la primera ronda ante el Oviedo –con el factor cancha a favor– y cayó en semifinales –con el factor cancha en contra– ante el Fundación CB Granada.


Talón de Aquiles letal

El BC se despidió en el tercer partido, enterrado por su principal talón de Aquiles durante toda la temporada, los tiros libres: 64.9% de acierto en la fase inicial, 66.5 en Oro-Clasificación, 57.6% en cuartos y 66.7% en semifinales. Guarismos peligrosos para un favorito. Letales en su último partido, perdido por solo cuatro puntos, después de fallar 14 veces (de 28) desde el 4.60.


Un duro epílogo de un ejercicio, saldado con 21 victorias en 31 encuentros, en que los hombres de Sergio García hicieron de la defensa y el rebote –en ambas facetas lideraron la competición– su ‘way of life’ y donde sus únicas tacadas de más de una derrota seguida se produjeron en la última jornada de la primera fase (en Oviedo) y la primera de la segunda (en Granada), y... en el peor momento: después de ganar en Granada (67-77) llegaron el 82-85 en el ‘match ball’ en Riazor y el 72-68 en el pabellón nazarí que cerró el curso.


Una temporada que el BC inició con una semana de retraso debido a que su primer rival, el Tizona Burgos, estaba ‘out’ a causa de la Covid-19. Y que empezó torcida: dura derrota en casa ante el Real Valladolid (67-80, tras llegar al descanso con un terrible 22-47), más dolorosa aún por la lesión de Mouhamed Barro.


Cadena de desgracias

El KO del senegalés, llamado a ser uno de los referentes interiores, no fue, sin embargo, el primero de los muchos reveses sufridos por el conjunto herculino. Antes de arrancar el curso, su homólogo Perris Blackwell, el mejor del equipo naranja en la abortada campaña 19/20, abandonó la disciplina del club y se fue EEUU para estar con su padre enfermo.


Abdou Thiam, que encaraba su curso de doctorado, empezó con problemas en pretemporada y solo pudo jugar tres partidos antes de causar baja definitiva. La siguiente desgracia le cayó al líder de la plantilla, Augustas Peciukevicius, que se rompió el tendón de Aquiles izquierdo, para más inri en el trámite ante el Cáceres en Riazor. Por último, Gediminas Zyle, fichado tras más de año y medio en el dique seco, recayó a finales de mayo y tuvo que pasar de nuevo por el quirófano para intentar reparar su maltrecha rodilla izquierda.


Un larga serie de desdichas que también supone un asterisco, en este caso eximente, en una campaña que dejó un regusto agridulce pero que también certificó que el Coruña ha llegado a la élite de la segunda categoría para quedarse. El penúltimo paso antes de el deseado salto a la ACB.


Los próximos meses definirán la tercera etapa de la ruta hacia la cima nacional. Lo seguro es que Sergio García volverá a estar al timón. La incógnita, cuántos jugadores podrá retener un club obligado a reiventarse año tras año.

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