La línea del terror
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La línea del terror

La línea del terror
Romaric Belemene tendrá que trabajar mucho en verano después de promediar un terrible 43.5% en libres esta temporada | cbc

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Hace unos años le sugerí a un entrenador de LEB Oro el fichaje de un pívot, que rechazó al ver que tenía un cuarenta y algo por cien de acierto en tiros libres. “Me lo van a mandar continuamente a la línea”, arguyó con todas las de la ley, aunque el chico llegaría a estar a prueba en el Barcelona y haría una larga carrera en Europa.


Hace unas semanas, Sergio García aseguraba que no le preocupaba el bajo porcentaje de acierto de sus hombres desde 4,60 metros porque “ya entrarán, es una cuestión de sensaciones”. Y entraron, pero mucho menos que más.


El 14 de 28 en el partido en que el Basquet Coruña se jugó el miércoles mantener vivo el sueño de la ACB no fue anecdótico.


El 4.60 –los tiros fáciles– ha sido su via crucis, junto con el 6.75 –los tiros difíciles–,en los 31 partidos disputados esta temporada. De haber anotado el miércoles un número mínimo exigible a un equipo que aspira al ascenso, pongamos solo cuatro o cinco más, seguramente ahora estaría preparándose la final.


Decía también García que “no podemos ser muy buenos en todo”. De no ser muy buenos a ser los peores va un trecho demasiado largo. Y peligroso.


Cuádruple colista

El BC fue el colista en puntería desde la línea de 4.60 metros de los 19 equipos que iniciaron el curso divididos en dos grupos. Con un 64.9%. El Real Canoe (65.8) y el Melilla (68.8) fueron los otros por debajo del 70%. Repitió farolillo rojo en Oro-Clasificación, con el 66.5%. Solo le ‘superó’ el Melilla, encuadrado en Oro-Permanencia, con el 65.9%.


Tripitió en cuartos de final de los playoffs, convirtiendo ante el Oviedo el 57.6% de sus intentos sin oposición, casi un 9% que el segundo peor, el Real Murcia (66.2). Y completó el póker en las semifinales, con un 66.7% ligeramente peor que el 69.8% de su verdugo, que lanzó 25 veces menos, es decir, una media de 8.3 intentos por encuentro.


En el duelo definitivo los hombres de Pablo Pin convirtieron los mismos libres que los de Sergio García... con 11 intentos menos. Los dos últimos, obra de Lluis Costa después de que Zach Monaghan fallase un triple para (casi) ganar, dejaron en el marcador final una exigua diferencia de cuatro puntos. Las cuentas salen por sí solas y sin esfuerzo.


Pasando los porcentajes a simples números, la sensación empeora. En la primera fase y en cuartos, los libres desperdiciados por partido ascendieron a 7.0, en Oro-Clasificación bajaron a 6.7 y en semifinales la cifra se disparó a 8.6, un auténtica barbaridad, y más en una serie corta, sin margen de error, y tremendamente nivelada.


El 9 de junio no fue un mal día desde 4.60 metros, fue el resumen del curso de una asignatura arrastrada que acabó por anular a las demás.

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