La centenaria trayectoria del Real Club Deportivo de La Coruña está marcada por encuentros en los que forjó su ADN. Así, son numerosos los partidos en los que se puede apreciar esta circunstancia, pero en uno de ellos logra un hito sin igual tras ganar al Murcia por dos a uno y conseguir el ascenso a la máxima categoría estatal.
Este triunfo provocó una inmensa alegría en los aficionados blanquiazules, que se prolongó durante una semana. Dicho encuentro fue en el campo de Vallecas (Madrid) el cuatro de mayo de 1941, por lo que hoy se cumplen ocho décadas del primer gran éxito de la escuadra deportivista en el campeonato de Liga.
Los antecedentes
Antes de empezar a detallar lo sucedido en Madrid conviene poner al lector en situación.
Una temporada antes, la 1939-1940, se había reanudado el campeonato liguero en España tras el paréntesis provocado por la Guerra Civil. El Deportivo es uno de los integrantes del grupo primero de la Segunda División y su buen hacer en los campos de juego es evidente jornada a jornada. Incluso se puede afirmar que le queda pequeña la categoría. Ciñéndonos a datos, lo más objetivo, es que el equipo entrenado por Paco Graña sólo ha perdido dos encuentros en la fase regular de los disputados, lo que le permite clasificarse para el torneo de campeones al ser primero de grupo con veintidós puntos.
En la postemporada concluye en el segundo puesto con nueve puntos, empatado con Murcia (primero) y Cádiz, lo que le lleva a disputar un encuentro ante el Celta, que milita en Primera pero su pésima campaña lo aboca a una eliminatoria para evitar descender. El decisivo partido es el quince de mayo en Chamartín (antiguo nombre del actual Santiago Bernabéu) y el equipo vencedor militará el siguiente curso en la máxima categoría estatal.
Fortuna esquiva
La adversidad se ceba con los coruñeses desde el principio al lesionarse el centrocampista Cela en el minuto quince haciendo que su aportación sea testimonial y a ello se une que el Deportivo debe competir más de una hora con un hombre ‘menos’ sobre el rectángulo de juego ya que entonces no se permitían las sustituciones.
Por si fuera esto poco, Novo no es capaz de despejar un balón fácil de Tojo a dos minutos del final y Nolete lo aprovecha para batir a Acuña y evitar el ascenso del equipo herculino, que se queda sin tiempo para enviar el duelo a la prórroga.
Tras la decepción sufrida llega la temporada 1940-1941. El cambio más visible es la presencia al frente del banquillo de Hilario Marrero, que debuta en labores técnicas compaginando el cargo con su función de jugador en la plantilla al ser uno de sus componentes.
El Deportivo finaliza la temporada regular segundo con treinta y tres puntos, a uno de la Real Sociedad que es primera. El subcampeonato le abre las puertas de nuevo a participar en la fase de campeones y a pesar de ser el equipo más goleador acaba en el tercer puesto con seis puntos tras el Granada (ocho) y el equipo donostiarra (seis) –mejor golaveraje particular que los coruñeses– por lo que debe volver a jugar una eliminatoria, esta vez ante el Murcia, para tratar de subir a la élite, algo que ya han hecho andaluces y vascos.
Cita en Madrid
Gallegos y pimentoneros se citan el domingo cuatro de mayo de 1941 en Vallecas. Nadie quiere recordar que los granas impidieron el ascenso coruñés la campaña anterior al terminar el torneo de campeones en la primera posición y los blanquiazules segundos.
Pero poco importa ya que una victoria en Madrid haría olvidar el sinsabor de año anterior. Hilario Marrero dispone esta alineación que, a la postre, se convertiría en historia del deportivismo: Acuña; Novo, Pedrito; Muntané, Molaza, Reboredo; Breijo, Guimeráns, Elícegui, Chacho y Chao. De este equipo repiten de la promoción ante el Celta del año anterior Acuña, Novo, Pedrito, Guimeráns, Chacho y Chao.
La primera parte, marcada por el dominio alterno, concluye con ventaja grana de uno a cero tras el gol de Tito en el minuto treinta y tres.
Reacción blanquiazul
Los blanquiazules reaccionan en el tiempo complementario y el coruñés Chacho iguala en el minuto setenta y siete.
Tras finalizar el tiempo reglamentario con empate a uno se juega una prórroga. En ella, el Deportivo golpea primero al hacer el segundo Guimeráns en el noventa y cinco con un gran disparo tras uno de los peligrosos centros de Breijo.
El Murcia trató de volver a poner las tablas, pero la retaguardia blanquiazul y un gran Acuña impiden el gol rival logrando el Deportivo el gran salto a la élite del fútbol nacional.
Los protagonistas
El capitán del equipo, Chacho, da las claves de la victoria en unas declaraciones que publica El Ideal Gallego.
“Nunca perdimos la confianza, ni siquiera con el tanto en contra. Tenía la seguridad de que si alcanzábamos el empate el triunfo era nuestro, y así fue”. El delantero concluye diciendo que “el momento más emotivo fue al final del encuentro, cuando teníamos ya el triunfo seguro y podíamos dar rienda suelta a la alegría”.
El entrenador Hilario Marrero también habla para el mencionado diario y reconoce que “el mayor momento de angustia fue en los últimos minutos de la prórroga, más que cuando íbamos perdiendo porque el empate hubiera malogrado todo el esfuerzo realizado”. Concluye al afirmar que “Acuña hizo cosas formidables, estuvo impresionante, y todo el equipo se mantuvo más entero en la prórroga que el Murcia y ello fue la clave del triunfo”.
La junta directiva presidida por José María Salvador y Merino otorga de prima a cada jugador dos mil pesetas.
A Coruña, de fiesta
A Coruña se echa a la calle tras el pitido final de Pedro Escartín. La prensa de la época recoge un sinfín de anécdotas siendo la más significativa que en un local de la calle Riego de Agua un aficionado paga una ronda a toda la clientela que estaba en su interior. El hombre desembolsó seiscientas pesetas, que las abonó ‘ipso facto’.
La expedición deportivista regresa de Madrid el miércoles siete. Tras un homenaje en Betanzos y otro antes de entrar en la capital herculina, el trayecto desde Cuatro Caminos –pasando por Linares Rivas, Sánchez Bregua, Los Cantones y la calle Real– hasta la plaza de María Pita, para ser recibido en el ayuntamiento, se hace largo y complicado debido al enorme gentío congregado para ver a los nuevos héroes.