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El protagonismo estos días de las selecciones nacionales no ha evitado que se hable en La Coruña de la situación del Deportivo, porque la competición en Segunda continúa. Su entrenador, Natxo González, está en boca de todos, máxime después del nuevo tropiezo en Riazor frente al Almería. 

La afición está dividida entre los que consideran que la continuidad de Natxo es lo más sensato en estos momentos en que faltan tan sólo once partidos para finalizar la temporada y entre los que piensan que hay que echarlo y buscar un revulsivo. Pero éste puede salir mal, y esa es la duda. Los detractores de Natxo han hecho circular por la ciudad días pasados un ‘chiste’, en el que se preguntaba: “¿En qué se parecen el Real Madrid y el Deportivo?”. Respuesta: “En que ambos tienen dos entrenadores de Segunda División B”, refiriéndose lógicamente a Solari y al propio Natxo. 

Lamento ir contra corriente –una vez más- y sé que en mis contornos voy a ser rebatido duramente, pero considero que Natxo debe seguir siendo el entrenador del Deportivo hasta final de temporada. Nos cuentan que hay dudas entre la directiva por la continuidad del entrenador, cosa que él notó inmediatamente e hizo saber en la rueda de prensa posterior al partido del pasado viernes. En sus declaraciones señaló que él es un profesional, que sabe de qué va esto del fútbol y que hoy está aquí y mañana, allí. Se lo puso fácil a la directiva, a la que vino a decir algo así como que “si me voy, me pagáis y asunto concluido”. Otra cosa es el disgusto de no haber podido cumplir un objetivo que a principio de temporada podría haber parecido menos complicado de lo que se está volviendo, sin ignorar que la Segunda División es un campo de minas. 

Es cierto –y admito todos los datos negativos, porque son incuestionables- que el equipo lleva una racha en casa difícilmente soportable, sobre todo porque se produce ante los aficionados, que dan rienda suelta a su malestar y enfado a las primeras de cambio. Pero lo mismo que se reconoce esta evidencia estoy convencido también de que si esta racha aciaga de resultados se hubiera producido fuera de Riazor, el técnico no estaría tan cuestionado. Por cierto, parte de culpa la tendrá también el director deportivo, Carmelo del Pozo, a quien todos alabamos la “equilibrada” plantilla que había confeccionado antes de que todo empezara.

Y, mientras tanto, ¿qué hace la directiva? Analizando el descenso del año pasado, el presidente del Deportivo había dicho aquella frase que muchos siguen recordando: “Debí intervenir más”, como dando a entender que alguna decisión suya anterior hubiera evitado el malhadado resultado final. 

Y anteayer tomó la palabra, para reforzar a Natxo, que parece lo más prudente. En sus manos está ahora valorar con serenidad estos momentos que en el mundo del fútbol son cambiantes de una jornada a otra. Y un cambio por sí mismo no garantiza nada, y hay múltiples ejemplos.  
Los más cercanos los  tenemos en  los caprichos de los presidentes del Celta y del Lugo, que no solo no mejoraron la situación de sus equipos sino que la empeoraron notablemente. Ellos no asumieron su culpa y organizaron otro desfile de entrenadores.

Existe un run-run por la ciudad por el cual se habla de existe una “conspiración” contra la actual directiva blanquiazul. Pero no parece real. La ventaja actual que tiene Tino Fernández y su equipo es que nadie hasta ahora pidió su dimisión y eso le puede ayudar a mantener la cabeza más fría a la hora de tomar decisiones que posteriormente se vuelvan irreversibles y entonces sí puedan señalarle como principal responsable de lo que ocurra.

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