Riazor se quedó mudo cuando Torres cayó fulminado sobre el césped tras el golpe fortuíto con Álex Bergantiños.
Es fácil que en situaciones así se te atenacen los músculos, te bloquees y no sepas qué hacer. No fue el caso de algunos de sus compañeros como Gabi, que rápidamente acudió a auxiliarle. Mucho se ha hablado estos días en las redes sociales sobre la idoneidad o no de las primeras actuaciones de los dos jugadores.
Ese minuto 0 en el que reina la confusión hasta que llegan los facultativos. El propio médico del club, el doctor Carlos Lariño, aseguraban que había sido una actuación impecable. Otros profesionales en redes sociales ponían pegas y la red se llenaba de gráficos y dibujos de cuál ra el correcto modus operandi.
El caso es que, mientras unos y otros se ponen de acuerdo sobre la idoneidad de lo hecho por los compañeros rojiblancos en esos instantes iniciales, lo que está claro es que es fundamental ante un acontecimiento así tener sangre fría. Dejarse llevar por el pánico o paralizarse es algo humanamente comprensible pero no es la mejor opción, sobre todo cuando hay una vida que puede estar en juego.
Yendo a una reflexión más profunda podríamos discutir lo ventajoso que sería que en los colegios se impartiese un curso de primeros auxilios. Muchos desconocemos las técnicas de reanimación y solo asistiendo a algún tipo de clase aprendemos cómo operar ante algo así.
Sería bueno pensar en la importancia de que se dediquen esfuerzos a que se convierta en una destreza universal. Uno nunca sabe cuándo podría necesitar emplear lo aprendido. O aunque sea solo por cultura general. Otra cosa es ya la sangre fría que mostraron los compañeros de Torres, que no se dejaron llevar por los nervios y mantuvieron la cabeza.
Al final todo se quedó en un susto, que algunos aprovecharon para hacer correr la voz de bulos sinsentido. La nota negativa de una noticia que, por fortuna, se quedó en anécdota. Un mal trago en el que la afición blanquiazul volvió a tener un comportamiento ejemplar. Aunque a algunos les pese.