Se acabaron los experimentos con gaseosa. Las apuestas arriesgadas o tirar la moneda al aire. Está claro que en esto del fútbol arriesgar tiene un precio muy alto cuando las cosas no salen como uno espera. Los egos personales hay que contenerlos porque a la vista está la desastrosa trayectoria del Depor hasta la fecha. Para decirlo claro, el cementerio está lleno de valientes.
Así que Tino Fernández, junto a su consejeros, parece haber tomado también las riendas del asunto. Un alivio. El presidente poco a poco aprende a fuego. Permite, delega y da iniciativa. Eso sí, su confianza debe de ser correspondida o de lo contrario corta por lo sano. Que lleve cuatro entrenadores destituidos no es para rasgarse las vestiduras, todo lo contrario. Aquí el que no funciona sale por donde entró, el Depor no es una institución benéfica es una entidad en graves problemas económicos y las tonterías, las justas.
La nueva apuesta llega con la firmeza presidencial. Se cambia de capitán en el timonel, pero Tino tiene claro también que aquí no hay un solo culpable de la desastrosa deriva deportiva. Por eso fue firme y contundente enviando un mensaje a la dirección deportiva y también al propio vestuario. Hay que dejarse de pamplinas, la mayoría de los futbolistas han rendido muy por debajo de sus posibilidades. No se les exige que compitan por entrar en la Liga de Campeones, pero sí que lo hagan con la dignidad profesional que se les presupone. Pues eso.
