Desde hace años se sospechaba que las cuentas y la gestión de la Real Federación Española de Futbol (RFEF) no eran todo los claras que deberían de ser. Fue en 2015, siendo Miguel Cardenal presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD) cuando en una auditoría ordinaria de las cuentas de la RFEF se descubrió una indemnización inexplicable de 20 millones de euros a la empresa Santa Mónica, encargada de los derechos de televisión de la selección española. Un contrato que rompían unilateralmente a pesar de que la citada empresa tenía una deuda de 24 millones con la Federación.
Este hecho provocó la denuncia ante la Fiscalía y que se iniciase la operación Soule que acaba de llevar al calabozo al presidente Villar, a su hijo Gorka y al vicepresidente económico Juan Padrón y al responsable de la Federación tinerfeña Hernández Bassou.
Las acusaciones de las que han sido objeto se refieren a la organización de partidos internacionales en la que supuestamente han incurrido en delitos de administración desleal, apropiación indebida, corrupción entre particulares, falsedad documental y posible alzamiento de bienes.
Fue en 2015 cuando en una auditoría ordinaria de las cuentas de la RFEF se descubrió una indemnización inexplicable de 20 millones
Como decía anteriormente, no son nuevas las sospechas que recaen sobre Villar y sus colaboradores más cercanos, que llevan gestionando la Federación cerca de treinta años con el apoyo de unas federaciones territoriales convertidas en auténticos reinos de taifas.
La forma de actuar de su presidente le había granjeado problemas con casi todos los organismos deportivos: CSD, la Liga de Fútbol Profesional (LFP) y hasta con el ministro del Educación y Cultura.
Por si fuera poco, también se vio envuelto en los escándalos de corrupción que le costaron el puesto a Joseph Blatter al frente de la FIFA, siendo el vasco un bastión para que se mantuviera el suizo en la presidencia. Posteriormente apoyó a Michel Platini y se convirtió en su mano derecha con ansias de relevarlo al frente de la UEFA. De hecho, cuando el francés fue inhabilitado por la FIFA al no cumplir el Código Ético, Villar se convirtió en presidente en funciones del organismo que gobierna el fútbol europeo.
En fin, son tantas las coincidencias y los escándalos en los que ha estado involucrado este hombre que la presunción de inocencia se convierte en un formalismo que hay que respetar, pese a que las evidencias parecen contundentes.
En esta maraña apestosa de federaciones de futbol nacionales e internacionales, es hora de poner algo de rigor empezando por limitar los mandatos federativos para evitar que estos dinosaurios manejen a su antojo organismos clave para el desarrollo del fútbol. Y no sólo en lo referente a la selección española sino, entre otras cosas, al fomento del deporte en categorías inferiores y al futbol modesto.