Parece que aquellos buenos augurios, disfrazados de deseos, que hizo Messi al comienzo de la actual temporada se están convirtiendo en realidad. Lo dijo el jefe y sus anhelos hay que procurar cumplirlos, como así está haciendo el equipo del Barcelona en la competición que se ha convertido en su primer objetivo, sobre todo porque las otras parecen ya a su alcance con relativo esfuerzo. 

Sin embargo, a lo largo de la temporada hubo algún momento clave en el que Messi y sus muchachos parecían renunciar a la competición liguera, aunque luego las circunstancias se pusieron favorables y enderezaron el rumbo de tal manera que ahora la diferencia de puntos en la Liga hace que esta recta final sea muy llevadera para el Barcelona, que sólo en caso de una gran catástrofe futbolística no se llevaría la competición más larga a sus vitrinas. Lo mismo pasa con la Copa del Rey, que está a tiro de piedra y a partido único frente al sorprendente Valencia de Marcelino. 

Pero lo que importa en el Nou Camp es la Copa de Europa, la Champions. De alguna manera, los cuatro títulos del Real Madrid en esta competición en los últimos cinco años han hecho mella en los barcelonistas. Y de ello se ha hecho cargo Messi, que marcó al comienzo de la temporada cuál era el título principal a conseguir por el equipo. Ahora, visto desde el presente, parece que todo lo que Messi se propone puede hacerlo, principalmente gracias a esa política de dosificación de esfuerzos que tan sabiamente se aplica, con la benevolencia del resto de la plantilla y del entrenador, que entienden que en los momentos críticos el argentino saca las castañas del fuego como nadie. Y en este tramo de temporada está brillando especialmente, brillo que se acentúa por la caída en picado del Real Madrid, ausente ya de todas las competiciones y con la vista puesta en qué jugadores serán eliminados de la plantilla para encarar con fuerza la siguiente temporada. 

Pero, a pesar de los buenos augurios que anunciamos al principio, todavía quedan rivales de entidad por medio, aunque hay que reconocer que el joven y nuevo Ajax de Amsterdam ha allanado el camino de la final notablemente al equipo de Valverde, si bien tampoco se puede decir que los holandeses sean un equipo de fiar pues ha resuelto sus dos últimas eliminatorias ante el Real Madrid y la Juventus en los partidos de vuelta, fuera de su terreno de juego, y además con gran solvencia futbolística. Es lo que tiene la mezcla del sosiego que da la veteranía de algunos jugadores con las ganas y la ilusión de los más jóvenes, que no le tienen miedo a nadie, pese a los nombres de los equipos rivales. 

Los otros dos equipos clasificados fueron el Tottenham y el Liverpool. Los de Pocchetino y Guardiola protagonizaron un bonito partido tras el que cualquiera pudo clasificarse para la semifinal. Un tanto engañoso fue el 1-4 del Liverpool en Oporto, dado que la primera parte fue completamente portuguesa con varias ocasiones claras que podrían haber cambiado la eliminatoria. 

Barcelona-Liverpool y Tottenham-Ajax son los emparejamientos de semifinales. Es favorito el Barcelona mientras que la otra eliminatoria está muy pareja, aunque la consistencia de los holandeses ha subido como la espuma en las apuestas. Pero hay que ser sinceros, los de Valverde tienen de nuevo una ocasión única para aumentar su palmarés en la competición de mayor prestigio del orbe futbolístico. Con que mantengan su nivel competitivo al nivel actual va a ser difícil que no se lleven a sus vitrinas una nueva “orejona”, la sexta de su historia.